Investigadores del Centro de Investigación Príncipe Felipe de España (CIPF) han descubierto que la sobreexpresión de la proteína JunB lleva asociadas algunas alteraciones y provoca la inestablilidad cromosómica que caracteriza a linfomas del tipo no-Hodgkin.

El hallazgo, publicado en la prestigiosa revista científica “Oncogene”, representa un avance en la investigación sobre cáncer y un paso más para identificar los mecanismos que rigen las alteraciones celulares implicadas en la enfermedad.

Como explica Rosa Farràs, autora senior del artículo y líder del grupo que ha realizado la investigación, “el trabajo realiza un repaso completo del mecanismo de degradación de la proteína JunB y de las enzimas que controlan su degradación durante el ciclo celular”.

En estudios anteriores, los expertos del CIPF habían descubierto que la degradación de la proteína JunB es necesaria durante el ciclo celular para que la célula se divida correctamente. De hecho, la pérdida de control de esta degradación conlleva el riesgo de que las células proliferen descontroladamente, por lo que contribuye a la formación de tumores y está asociada a diferentes tipos de cáncer.

El proceso de degradación de proteínas o “proteólisis intracelular” es necesario para regular los niveles de las mismas y controlar su concentración. Uno de los mecanismos que regula este proceso es la ruta ubicuitina-proteasoma. Se lleva a cabo gracias a un complejo proteolítico en forma de barril llamado “proteasoma”, encargado de degradar las proteínas no necesarias o dañadas.

En este proceso, las proteínas que han de ser degradadas son marcadas por otra pequeña proteína llamada “ubicuitina”, necesaria para que el proteasoma las reconozca y las degrade en pequeños péptidos. “Cualquier ruptura del equilibrio en este sistema genera alteraciones en el metabolismo de las proteínas y está asociada a distintas patologías entre las que se incluye el cáncer”, apunta Farràs.

En el estudio publicado los investigadores han descubierto que una de las enzimas, llamada “FBXW7”, es la encargada de unir la ubicuitina a las proteínas para llevarlas a degradar antes de que la célula se divida en dos células hija. Así, JunB sufre una serie de fosforilaciones que hacen que FBXW7 la reconozca y la conduzca al proteasoma en un momento muy preciso del ciclo celular.

Además, partiendo del hecho de que JunB está muy expresada en linfomas no-Hodgkin, los autores postularon que esta sobreexpresión podría deberse a alteraciones en el proceso de degradación de proteínas. Como afirma Farràs, “planteamos como hipótesis que su expresión aberrante podría deberse a una alteración en la degradación de esta proteína, y decidimos estudiar este tipo de linfomas en el laboratorio”.

Fuente: SINC – Servicio de Información y Noticias Científicas