Invitado por el Ministerio de Educación de la Provincia, el intelectual español Emmanuel Lizcano presentó su último libro “Metáforas que no piensan” y expresó la necesidad de utilizar el recurso metafórico, “poco explorado/explotado”, como elemento potencial para la comunicación, el entendimiento y la comprensión de conceptos.

Una metáfora -es decir, una expresión encargada de trasladar el sentido recto de las voces a otro figurado, en virtud de una comparación tácita- contiene en sí misma una intencionalidad que figura o sugiere mucho más de lo que dice. Es por eso que la expresión metafórica exige de su destinatario una acción interpretativa, una disposición activa de sus sentidos, que enriquece la comunicación interpersonal. Desde una noción aproximada parte Emmanuel Lizcano para elaborar su tesis.

La metáfora es una pista para hurgar en los sedimentos más profundos del pensamiento, de la percepción y, consecuentemente, de los actos humanos. Y aunque con frecuencia sus potencialidades pasen desapercibidas, están presentes siempre en el lenguaje, unas veces para comunicar y otras para provocar, tensionar o redefinir ideas. Todo ello lleva a pensar que las metáforas ayudan a “despertar los sentidos de la imaginación, los juegos de oposiciones, el pensamiento abstracto, la explicación figurada como una verdad válida”, explicó Lizcano. “Hablamos de un elemento lingüístico que tiene un potencial comunicativo tan inconmensurable como seguramente ningún otro”.

Si fuésemos capaces de detectar y reconocer las metáforas con las que hablamos a diario de unas cosas y de otras, tendríamos una ventana para poder acceder a los presupuestos previos por los que circula nuestro pensamiento. “Sin erudiciones, lo que nos hace falta es escuchar más al lenguaje, cómo éste fluye, y detenernos a oír no sólo lo que dicen los contenidos, sino cómo el lenguaje habla a través de nuestra boca -clarificó Lizcano-. Por eso, el lenguaje coloquial, común y corriente, es tan original, está lleno de matices metafóricos”.

La metáfora en la escuela

Para el pensador español, la metáfora está continuamente fundiendo opuestos, estableciendo conexiones entre lo uno y lo otro y viceversa. Además, Lizcano afirma que “no hay una dualidad entre pensar con conceptos literales y pensar con metáforas, entre el discurso científico técnico y el literario metafórico. Mi tesis en realidad es que no pensamos y aprendemos más que a través de metáforas”.

Así, como elemento lingüístico generador de sentidos, la metáfora tendría un gran potencial en los procesos educativos de enseñanza y aprendizaje. “Vemos cómo metáforas simples de nuestro imaginario e inconsciente colectivo sirven a veces para hacer aperturas (en la comunicación humana), y otras para vallar con cerramientos semánticos. En cualquier caso, debemos aprender a valernos de ello, si queremos comunicarnos mejor, pensar de otra manera, generar percepciones y sentidos nuevos, sobre todo en nuestros alumnos de los primeros niveles educativos”, enfatizó.

Fuente: El Litoral