No, Doña Violeta no podía creer lo que veía. En la vidriera, como la mejor joya que allí se exhibía, estaba ni más ni menos que el reloj que le habían robado en marzo. 

La mujer caminaba por la calle Maipú, en la zona de joyerías, cuando se topó con la sorpresa en la vidriera de un local.

Violeta hizo la denuncia a la policía y la Brigada de Investigaciones, que se llevó demorado al joyero, intentaba determinar cómo había llegado el reloj, que había sido robado el 18 de marzo pasado, allí.