Fernanda Rubio
@fenirubio

Más que historia. Con sus descascaradas paredes, que denotan el paso del tiempo, una vieja casona en Soldini guarda un tesoro de más de cien años de historia. La construcción, que data del siglo XIX, sigue capturando la atención de locales y visitantes. Entre otras cosas, fue almacén de ramos generales, barcito y un espacio para jugar a las bochas, truco o escuchar folclore.

La vieja construcción se alza en la esquina de Cristo Rey y Almirante Brown. Fue una de las primeras en formar parte de un caserío que pasado el tiempo sería conocido como el pueblo de Soldini, localidad ubicada a 16 kilómetros de Rosario.

El primero en levantar viviendas en esa zona fue Don Domingo Arán. Más adelante ya en la última década del siglo XIX, “Don Pablo Vidal levantó sobre la esquina sudoeste de Cristo Rey y Alte. Brown, la casa en cuyo frente aún puede leerse en altorrelieve: Año 1897”, según escribió en su libro Historia de Soldini el médico, escritor y pintor, Eduardo Martínez Dufour quien contó para su trabajo con la colaboración de un comité juvenil y con el aporte de su propia hija, la docente y periodista Patricia Martínez Dufour.

“Invisible” ante los ojos de todos

El sitio supo ser desde su nacimiento un importante almacén de ramos generales y un barcito donde los primeros pobladores pasaban su tiempo entre bebidas espirituosas, juegos de trucos y bochas. El lugar conocido como "El invisible" o el “bar de Fabani”, por haber sido este su último dueño, no pasa desapercibido en un pueblo chato con calles anchas y polvorientas.

En la segunda década del siglo XX, esta casa negocio fue arrendada por Don Juan Barabino quien en enero de 1920, “a consecuencia de haber envenenado ratas en el sótano del mencionado local, falleció de peste bubónica al serle transmitido el mal por las pulgas que abandonaron el cuerpo frío de los roedores muertos. Víctimas de la misma peste, tras Don Juan Barabino, perdieron la vida dos de sus hijos y salvó milagrosamente la suya una hija que también había adquirido la enfermedad”, detalló Martínez Dufour en su libro.

Más adelante, su entonces propietario Don Agustín Vidal “vendió la finca a Don Pedro Tenesini quien alquiló el negocio a José Terzaghi y desde el año 1953 en que pasó a manos de la familia Fabani, quienes primero fueron arrendatarios, el lugar siguió con su tradicional función de almacén y despacho de bebidas en su patio lleno de glicinas y con sus canchas de bochas”, agregó el autor.

Los años fueron pasando y hoy las amarillas paredes de lo que supo ser un pujante negocio por casi 100 años se encuentran abandonadas. En la década del 90 “El Invisible” cerró sus puertas. Atrás quedaron los días donde inmigrantes jugaban alegres en su cancha de bochas, y donde se desarrollaban entusiastas partidas de truco, escoba o tute. En un presente muy diferente, los muros centenarios de la construcción se siguen mostrando imponentes pese a que la humedad y la vegetación fue ganando terreno en el otrora almacén de ramos generales. ¿Qué le deparará el futuro a esta pieza clave de la historia de Soldini? Solo el tiempo dirá.