Habían pasado apenas unos minutos de los 3.30. Y si hacía falta algo para despertar a los fieles que realizaban la vigilia frente a la Catedral, en la Plaza de Mayo, nada podía ser mejor. “Gracias por haberse reunido a rezar y por las oraciones. Es lindo rezar porque es mirar al cielo y saber que tenemos un Padre bueno que es Dios”, dijo el hombre del día, el Papa Francisco, que llamó especialmente por teléfono desde el Vaticano.
Jorge Bergoglio pidió: "Cuidémonos los unos a los otros. Cuídense entre ustedes, no se hagan daño. Cuídense la vida, cuiden la familia, cuiden la naturaleza, a los niños, a los viejos".
Asimismo, clamó para que "no haya odio ni peleas ni envidias" y lo ejemplificó de forma bien clara, con una frase típica de los argentinos: "No le saquen el cuero a nadie". Por el contrario, dijo, "dialoguen, que este deseo de cuidarse crezca en el corazón. Yacérquense a Dios".
"Dios es bueno, perdona y comprende siempre; no le tengan miedo. Acérquense a él. Y que la virgen que siempre los cuida, los bendiga mucho", afirmó Jorge Bergoglio para despedirse con una enorme ovación de los cientos de fieles que no podían creer el gesto de quien fuera el cardenal de Buenos Aires, que decidió saludarlos a sólo una hora de tener que salir a recorrer la plaza San Pedro, ante más de un millón de personas que lo clamarán como Papa.
La multitud en la Plaza de Mayo hace vigilia desde las 22.30 de anoche para presenciar un hecho histórico: el inicio del pontificado del primer papa argentino, el primero latinoamericano y el primer papa jesuita.