Los pueblos rurales del país atraviesan un proceso de desintegración que alcanza un porcentaje inquietante: el 40 por ciento de ellos sufren riesgo de extinción, según lo relevado por un grupo de especialistas que cruzó datos recientes con los últimos censos nacionales.

Los pueblos “en crisis o riesgo de extinción” son los que tienen menos de 2000 habitantes y cuya población disminuyó más del 10 por ciento entre un censo y otro, y según las últimas proyecciones, unas 800 poblaciones de todo el país están en esta situación. De acuerdo a los investigadores, la mayor parte de la gente emigra en busca de un mejor trabajo o educación.

"Hay pueblos que de un censo a otro se volvieron parajes de 300 o 400 habitantes que tienen planes de irse", graficó Álvaro Zone, director del área de proyectos de la organización civil Recuperación Social de Poblados Nacionales que Desaparecen (Responde), que promueve la recuperación socioeconómica de las comunidades, a través de proyectos que permitan activar las economías locales.

"La extinción de los pueblos favorece el éxodo a las grandes ciudades que no están preparadas para recibir a esta gente, que termina viviendo en forma muy precaria", agregó Marcela Benítez, geógrafa y fundadora de Responde. "Las expectativas de mejorar la situación económica y la calidad de vida no siempre se cumplen", destacó la geógrafa, "pero como el pueblo ofrece aún menos oportunidades de desarrollo que la ciudad, son pocos los que vuelven".

Los técnicos de Responde advierten que la extinción de una comunidad no sólo repercute en las grandes ciudades, sino que afecta fuertemente a sus habitantes, que rompen sus vínculos familiares y pierden el patrimonio cultural, la historia y la identidad del lugar en el que nacieron.