Las “veladas renacentistas”, el recorrido teatral por tres de las pasiones de Leonardo Da Vinci que organiza el Jardín de los Niños, producen en el espectador un irrefrenable deseo de volar. Pero lo mejor no es eso, sino que se puede satisfacer ese deseo.

Aunque desde la Secretaría de Promoción Social de la Municipalidad la actividad se pensó para adultos, hay que decir que no sólo los chicos disfrutan y mucho de la obra sino que además reinstala en los grandes bellos sueños infantiles.

Después de todo, así se muestra a Da Vinci: como un niño grande. Cuando desborda de emoción ante la belleza de la Mona Lisa y ve en su cabellera el movimiento del agua y dibuja su sonrisa a partir del movimiento de la ola. Cuando una y otra vez mira al pájaro porque entiende que es la forma en la que el hombre va a encontrar la manera de surcar los cielos.

El cielo del último viernes, en el parque Independencia, invitaba a surcarlo. Una brisa suave, una media luna brillante y el espíritu libre de Leonardo flotando en el ambiente.

Deslizarse en la máquina de volar que de día el Jardín de los Niños reserva sólo para los más chicos fue el pasaporte perfecto para que esa libertad también llegara al cuerpo.