Entre Oliveros y Timbúes hay apenas 12 kilómetros por Ruta 11, una distancia corta que los Bomberos Voluntarios de Oliveros deberían haber hecho de forma rápida el viernes pasado cuando se desató en Timbués un voraz incendio en el que murió un niño. El caos de camiones que se genera por la cosecha gruesa demoró a los rescatistas que llegaron después que sus colegas de San Lorenzo. La ruta cargada de rodados cerealeros es una postal que se repite año a año, esta vez con el trasfondo trágico de un incendio fatal.

“Cuando llegamos, Zapadores de San Lorenzo ya estaban trabajando. Es una realidad, la demora que se produce por el atascamiento de camiones”, se quejó Esteban Giménez, jefe de Bomberos Voluntarios de Oliveros, en contacto con A diario, el programa que conduce Alberto Lotuf por Radio 2.

Giménez contó que tuvieron que transitar 5 kilómeros a contramano porque la cantidad de rodados en la mano hacia Timbués era tal que avanzar era por momentos imposible.

“Los camiones estaban sobre la calzada, ocupando una mano completa”, recordó y apuntó el mal estado del corredor. Tomar la banquina, tampoco era una opción: “No están en condiciones y para nosotros es un riesgo mayor”.

Si bien la demora de los Bomberos de Oliveros no influyó en la muerte del niño –bomberos de San Lorenzo habían logrado llegar antes–, sí pone de manifiesto el caos de tránsito que se genera por los camiones de la cosecha gruesa y las complicaciones que causa en casos de emergencia.

Las llamas se desataron el viernes por la noche en el complejo de descanso Rincón de Timbúes. La pareja que cuida el lugar había salido a hacer una compra y uno de sus tres hijos, que estaba solo en la casa, no pudo hacerlo y fue encontrado sin vida. Tenía 5 años.