Lalo Falcioni

Yo vi una vez más, que el respetado y celebrado estilo de Newell´s a veces debe rendirse ante el poder arrasador de las evidencias. El equipo rojinegro ya no resiste que él siga sentado en el banco, hay pocas o nulas razones para continuar parado en la negadora baldosa de su jerarquía.

Porque ya demostró lo que vale, porque hay pruebas de su incidencia en el juego leproso, y porque fundamentalmente cada vez que está en la cancha, más allá de los altibajos que puede sufrir cualquier futbolista profesional, los mejora a todos.

El que hoy juega en su lugar ya lo dio todo, ya conocemos su techo, y sinceramente creo que su aporte fue excelente. Pero ya está; Newell´s está en medio de una pequeña crisis de resultados (sólo de resultados) y debe apelar a sus mejores valores primero para saltar la valla de San Lorenzo y luego para ir por el título.

Trezeguet por Muñoz, para mí, es cosa resuelta. Pero de quien estoy hablando ahora, es de Raúl Villalba; el engranaje que le falta a la Lepra para volver a su máxima expresión.


Pablo Montenegro

Yo vi tambalear este fin de semana una de las frases más utilizadas y menos comprobables de todas las que circulan en la jerga futbolera: la que dice que los penales son cuestión de suerte.

Pregúntenle a Carrizo o al mismísimo Abreu, que nunca había fallado un penal en nuestro país, si creen que Conde fue presa de un momento de inspiración divina para quedarse con sus disparos desde los doce pasos, o si en realidad sus atajadas fueron producto de la concentración más la potencia de piernas más la técnica depurada.

Vayan a consultarle a Chiqui Pérez si Torrico tuvo un repentino ataque de azar en el minuto final del clásico de ayer al mandarse la volada que le detuvo un penal por primera vez o si cree que el arquero de San Lorenzo usó el manual para amagarle a un lado, al otro y escoger el primer rumbo para engañarlo como él hacía siempre con los demás.

En todos estos casos, como en el de Orión a Romagnoli o en cada uno de los penales que se atajan (o se convierten) hay múltiples factores que inciden en el final de la jugada: que la suerte puede aparecer, seguro; pero es apenas una pizca entre el talento del pataeador o la pericia del arquero, así como el azar puede darle un empujón al título a un campeón, que basa su éxito en otras virtudes más solventes.


Pablo Paván

Yo vi a San Lorenzo superar a Boca como ya lo había hecho ante River, en el mismo estadio y con idéntica personalidad. El de ayer fue un juego sin equivalencias. Sólo un equipo quiso protagonizarlo, el otro apenas si se sostuvo con su brillante arquero Agustín Orión y se dedicó a esperar a que Gigliotti pueda convertir en oro, aquel barro que recibía.

Desde un ajustado Mercier -Pichi hasta podría potenciarse con Ortigoza al lado en desmedro de Kalinsky-, Pizzi planta a sus hombres de mitad de cancha en adelante. Romagnoli y Piatti rotan sueltos en el comando ofensivo y Correa y Verón son dos jóvenes muy veloces, hábiles y ciertamente fuertes, que se bancan los embates de la defensa rival y tienen en la sensibilidad con el balón, la mejor forma de superar a quienes los esperan para derribarlos.

El arquero y la defensa suelen cumplir, no más, aunque la excepción de Torrico en el penal que ejecutó Chiqui Pérez es digna de ser mencionada.

El próximo escollo será Newell’s. Si el Ciclón no se desfigura emocionalmente como ante Arsenal en la final de la Copa Argentina, puede que el sábado en Rosario veamos la antesala de lo que será la gran pelea de las últimas cinco fechas del campeonato.


Javier Cigno

Yo vi el partido de la fecha, el de dos grandes candidatos a quedarse con el torneo. Mejor dicho, yo creí que iba a ver a dos grandes candidatos a quedarse con el torneo pero a la postre me di cuenta de que uno faltó a la cita y de hecho, de candidato tiene sólo el nombre.

San Lorenzo 1 - Boca 0 fue el resultado real del partido; San Lorenzo 3 - Boca 0 fue el resultado moral del encuentro. La superioridad de un equipo sobre otro fue muy notoria. Los de Pizzi jugaron como un verdadero candidato y, en el juego, pasaron por arriba a los de Bianchi que, sin Gago, se transforman en un equipo fácilmente vulnerable.

Por eso la sensación es que el torneo se reduce a dos y que el próximo sábado en el Coloso se juega una final. Determinante, decisiva. Es verdad que luego quedarán cuatro fechas por delante, pero ese partido pinta como una final.

Porque el resto de los que pelean (entiendase Boca y Arsenal) están muy por debajo, en nivel de juego, de azulgranas y rojinegros. Por eso digo, sin temor a equivocarme, que el sábado juegan mano a mano los dos mejores equipos del torneo, una final anticipada y el que gane habrá dado el paso clave al título.


Omar Denoya

Yo vi a Central como no imaginé que podía verlo. Podía sospechar que intentara salir a buscar por su localía, saliéndose un tanto de una estrategia mas dependiente del rival como sucedió en el clásico por decisión propia y ante Belgrano por obra del conjunto cordobés.

Se han modificado algunos movimientos como hacer de Encina y Lagos dos mediocampistas más internos, pero con Lazo y Ferrari con perfil incómodo iba a costar un poco más encontrar profundidad a través del juego periférico, visto además las obligaciones defensivas cada vez mas visibles de Medina y Carrizo.

Sin embargo Central fué tantas veces como no recuerdo en los últimos tiempos. La posesión se fue dando gradualmente, pero la verticalidad del equipo marca a las claras que no es prioridad. El asunto es ir una y mil veces, tantas como se pueda, hasta morir.

En el medio hubieron errores que incluso pudieron hacer reflexionar sobre tal actitud. Hubieron dos goles rivales, y media docena de situaciones de gol como para amedrentar a cualquiera. Cómo no agregar los penales errados que, lógicamente, pueden generar una merma en la actitud. Sin embargo, Central hizo del ir sin concesiones, siempre, como podía, su estrategia. Y por eso lo ganó.


Rodrigo Sánchez

Yo vi una vez más la aplicación de un axioma que sigue causando gracia, pero que lamentablemente desde su creación a esta parte no ha parado de aplicarse y también de crecer. Ese es nada más y nada menos que el “Todo pasa”, justamente y como no podía ser de otra manera, en la casa del mandamás, en el estadio Julio Humberto Grondona.

Porque el viernes, en medio de un diluvio nacional, con una cancha imposible de correr y un balón con pocas chances de rodar en todo el rectángulo de juego, se disputó un partido de fútbol. Arsenal fue local de All Boys y más allá de quiénes eran los protagonistas y cuál es el método que utilizan ambos, si por abajo o por arriba, estaba claro y a la vista absolutamente de todos que no se podía jugar.

Pero la orden de la Asociación de nuestro fútbol y la de “Fútbol para todos” es más fuerte que cualquier otra cosa. No importó el riesgo que corrieron los protagonistas, porque total, los que corren en realidad son los intereses que van por el otro lado.

Eso sí, lamentablemente seguiremos, a propósito de las precipitaciones, sumergidos en un río contaminado y que mientras todo pase y nada quieran cambiar, estaremos sin salida