Los estudios realizados en el cuerpo de Joaquín Pérez, el arquitecto de 34 años asesinado a balazos el martes por la noche en Arroyito, confirmaron que tenía tres orificios productos de balazos de dos armas distintas: de una pistola y de un revólver.

Fuentes del caso detallaron que fue herido con la pistola calibre 40 milímetros que quedó en el auto robado a la víctima y era sometida a pericias y un revólver calibre 38 que no fue hallado todavía.

Los resultados de la autopsia determinaron que el cuerpo de la víctima tenía tres orificios de bala, uno de ellos coincidente con el de la pistola secuestrada en el Clío.

Dos orificios de arma de fuego fueron en el tórax –uno de entrada y otro de salida– y otro en la ingle; es decir dos disparos.

Según información difundida este viernes en el programa Telenoche Rosario (El Tres) hasta el momento la principal hipótesis es la del robo y una posible resistencia como detonante del trágico desenlace.

Los investigadores federales tienen previsto realizar una reconstrucción. Entre otras cosas buscarán establecer si la rotura de un espejo del Renault Clio coincide con alguna maniobra evasiva y si hay un disparo que llegó desde afuera del auto.


También, si uno de los autores se subió al auto de la víctima para realizar el robo cuando Joaquín iba a dejar del vehículo al estacionamiento.

Por otra parte, fuentes de la investigación indicaron que la pistola hallada en el auto tenía la numeración intacta y estaba a nombre de una persona domiciliada en Fisherton que falleció años atrás.

Cuando arribaron a su casa, los familiares se sorprendieron y explicaron que el arma fue robada tiempo atrás a su ex titular en una propiedad del cordón industrial.

Se trata de una pistola con calibre de guerra, poco habitual, que en mercado negro cuesta unos 80 mil pesos. Una de las preguntas era por qué el arma había quedado abandonada en el lugar del hecho.