Las calles de la ciudad fueron escenario este lunes por la noche de una secuencia de balaceras que, de acuerdo con las primeras informaciones, posee un hilo conductor. Ocurre que en las cuatro viviendas tiroteadas -o cerca- viven personas relacionadas con el clan Funes. Los tiradores utilizaron calibres gruesos, gran cantidad de municiones y hasta dispararon con un fusil, como si fuera una demostración de poder

La seguidilla comenzó alrededor de las 19.30 con un ataque sobre el portón de un pasillo de varias viviendas en Necochea al 3500, en barrio Tablada. Los autores no escatimaron plomo y utilizados dos pistolas. Los peritos de criminalística levantaron 11 vainas calibre .40 y otras 20 nueve milímetros, además de proyectiles deformados.

De la escena surgió que el autor de los disparos sería un hombre de apellido Caminos, que iba en moto “con una mujer y un bebé”, según una testigo.

El escenario de la balacera brutal en barrio Tablada (Rosario3)

No pasó desapercibido que en una de esas viviendas vive una mujer de 72 años, Amelia, que según los investigadores es abuela de Lautaro “Lamparita” Funes. De hecho, el 14 de octubre pasado el departamento fue allanado en el marco de la investigación del crimen de Mariel Lezcano. En esa ocasión secuestraron un fusil semiautomático, dos pistolas 9 milímetros marcas, cargadores y una máquina de contar billetes.

A las 20 se reportó otro tiroteo en el Pasaje 1222 (ex Eva Perón) al 3900, cerca del cruce de Doctor Riva con Rodríguez, en barrio Itatí. Esta vez los disparos fueron ocho, repartidos entre las fachadas de dos viviendas. Los peritos levantaron cuatro vainas calibre .40 y otras cuatro 7.62x51 milímetros, proyectil característico de fusiles y ametralladoras en el ejército. Según fuentes del caso, los autores escaparon a toda velocidad con un auto gris, por Presidente Quintana.

El lugar baleado en barrio Itatí (Rosario3)

“En el lugar vivirían personas allegadas a los Funes”, contaron vecinos al personal policial sin especificar nombres. Una de las viviendas estaba sin moradores. Casi al mismo tiempo, una casa sobre el pasaje Ercilia al 200 bis (Abanderado Grandoli al 3900), que está pegada al domicilio de otra abuela de los hermanos Funes, fue reventada a tiros

Según se supo, los autores iban en una moto negra y no bien cometido el ataque aparecieron dos pibes en bicicleta y se llevaron vainas servidas antes de la llegada de la Policía. Sólo un casquillo recolectaron los uniformados, otra vez de un calibre .40. No estaba claro si los autores erraron de blanco, ya que a metros del lugar vive Alicia Cordero, la abuela de los Funes imputada a fines de marzo por integrar la asociación ilícita comandada por su nieto Alan.

Pasadas las 23, la Policía levantó ocho vainas (otra vez .40) de Oroño y Uriburu. No está claro si fue un atentado a balazos o disparos al aire, pero quien recibió a los agentes fue una mujer de 49 años, madre de Lautaro Funes. En el lugar hay un complejo de viviendas.

Los investigadores de la Unidad de Balaceras de Ministerio Público de la Acusación (MPA) y de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) buscan determinar si estos atentados son respuestas al crimen de Marcos Máximo Caminos y el de su hijo Ciro, ataque que además dejó grave a Micaela Bravo, el sábado pasado en barrio Larrea. En la misma jornada fue baleada la vivienda de Rosa Caminos en Anchorena al 100 bis.

El clan Caminos, años atrás ligado a la barrabrava de Newell’s, es conocido por su rivalidad con los hermanos Alan y Lautaro Funes. Una enemistad que devino en odio tras el homicidio de Mariela Miranda en 2016, crimen por el que fue condenado Alexis Caminos, hijo de Pimpi.

“Que peleen, si no que corran”, es la provocación escrita sobre un cartel hallado junto al cuerpo de un hombre muerto a tiros hallado en Esmeralda y Presidente Quintana, a dos cuadras de distancia del Pasaje Ercilia.

Todo un mensaje reforzado con el horroroso detalle de que la víctima estaba maniatada y con los ojos vendados. Otro asesinato que esconde un mensaje, que acaso comenzará a develarse con la identificación de la víctima. Y que quizá esté conectado a la seguidilla.