El dron se elevó en el momento que la ciudad capital terminó de ser abrazada por las sombras nocturnas y a medida que ganó altura, en el dibujo urbano con forma de embudo, contorneado por una laguna de un lado y un río del otro, sobresalió un gran ojo de luz del tamaño de una manzana completa. No eran las luces de un estadio de fútbol, sino el alumbramiento de la nueva Constitución de Santa Fe después de décadas de trabajo de parto.
El nuevo texto constitucional clausura tres décadas en el que la reforma se había vuelto un hecho imposible, sistemáticamente bloqueada por sectores de poder que usufructuaban el diseño institucional de la Constitución del 62. La reforma del 25 consiguió perforar ese status quo y avanzar en una redistribución de poder más acorde a los tiempos actuales, aun cuando hubo artículos y asuntos blindados de antemano.
La cabeza del Poder Judicial es la que más cedió entre los tres poderes del Estado. La reforma constitucional agarró a la Corte Suprema a medio camino de una profunda renovación, en la que la antigua mayoría se desarmó y una nueva está en camino de consolidarse. El máximo tribunal ya no tendrá supremacía a la hora de revisar la conducta de los jueces, perdió definitivamente cualquier ascendencia sobre el MPA y la Defensa y se terminaron los cargos de por vida.
El alumbramiento de la Constitución también cierra una etapa del gobierno de Unidos caracterizada por 19 meses de reformas que le reportaron mayores instrumentos de gestión, caja, gobernabilidad y poder. Comenzó con una batería de cambios normativos y operativos en materia de seguridad y siguió con leyes que favorecieron la posición del Estado a la hora de contratar bienes y servicios. Luego, de forma sucesiva, jugó las reformas previsional, de la Corte Suprema y la de la Constitución. ¿Vendrá ahora una segunda generación de reformas?
Un paréntesis respecto de dos de estas reformas que fueron judicializadas. La nueva Constitución fue sancionada con 52 votos a favor y 17 en contra. De éstos últimos, 7 convencionales firmaron la nueva Carta Magna. Es decir hay una sólida legitimación, más aún si se tiene en cuenta que la presunta inconstitucionalidad que denunció La Libertad Avanza fue despejada por un tribunal de cinco integrantes (a pedido de LLA para más garantías), que a su vez validó el fallo de primera instancia de la jueza Susana Gueiler, a partir del cual la Convención inició su tarea sin la incertidumbre de un frente judicial adverso.
Por otra parte, la Corte Suprema tiene a fallo los primeros amparos sobre la reforma previsional sancionada hace un año. La decisión que tome el tribunal es muy relevante para dar certeza jurídica. Tanto el gobierno y cómo los amparistas quieren saber cómo sigue la película.
Contracaras entre Santa Fe y Nación
El alumbramiento de la Constitución del 25 es la contracara de lo que ofrece la escena nacional. Al tiempo que acá se reforma la Carta Magna con una potente articulación de consensos, el gobierno de Javier Milei luce cada vez más aislado y solo.
Debilitado por los escándalos de corrupción, pero sobre todo por la derrota en Buenos Aires donde jugó a matar o morir, luce desconcertado y, más preocupante aún, no parece tener las herramientas ni la creatividad para salir del pozo. El frente económico, que ya venía dando señales de alerta, suma dudas sobre la capacidad de maniobra de la Casa Rosada.
La reacción tras la derrota electoral da cuenta de ese estado de situación. El volantazo anunciado hasta ahora no logró impacto alguno. Consistió en la designación de un ministro de Interior carente de volumen político y el relanzamiento de la mesa política del gobierno integrada por los mismos de antes.
La Casa Rosada sumó un globo de ensayo: el anuncio de una convocatoria a gobernadores. Tres días después resultó ser una escuálida foto a la que se prestaron los mandatarios de Chaco, Leandro Zdero, de Entre Ríos, Rogelio Frigerio y Mendoza, Alfredo Cornejo. Es decir los tres gobernadores que en sus provincias armaron listas en conjunto con La Libertad Avanza.
Frigerio, Zdero y Cornejo se levantaron de esa reunión con las manos vacías, como era de esperar. Apenas si se llevaron malas noticias y peores augurios: el veto a las leyes de ATN y de financiamiento universitario. La primera fue una ley promovida por el entrerriano Frigerio. Roma no paga ni traidores ni aliados… Roma directamente no paga.
Lejos del deseo de la Casa Rosada, el viernes pasado los gobernadores que formaron el espacio Provincias Unidas respondieron desde Río Cuarto con su propia foto en el marco de una actividad productiva. Un mensaje para el gobierno pero también para los agentes económicos, los inversores y para el país en general.
Las alternativas que asoman
Milei está en la peor de las posiciones. Si huye hacia adelante, como parece querer hacer, vetando la ley universitaria o la de ATN, profundiza la confrontación con los gobernadores y el Congreso; si no lo hace, pone en entredicho los dos (y casi únicos) pilares de su gestión: el superávit fiscal y la motosierra.
La elección de Buenos Aires, además de debilitar al gobierno, renovó expectativas en el peronismo, que ahora tiene a un Axel Kicillof en carrera para 2027, no sólo por ser el gobernador de la provincia más grande del país, sino porque su estrategia para enfrentar a Milei, en oposición a la de Cristina Fernández, resultó en una resonante victoria. Kicillof se ganó el derecho de ensayar nuevas canciones.
La derrota del gobierno en Buenos Aires también le dio vuelo a Provincias Unidas, el frente de gobernadores no peronistas que hasta hace poco compartían el electorado con La Libertad Avanza y ahora se lo disputan. Ese es otro problema que le nació al gobierno: los gobernadores que ahora pretende convocar ya se cruzaron de vereda.
El antikirchnerismo es la marca identitaria más reconocible en Provincias Unidas. Y Pullaro juega a ser el más duro. La semana pasada, tras la derrota libertaria en Buenos Aires, dijo en una entrevista en TV que repercutió a nivel nacional que “el kirchnerismo está envalentonado pero no vuelve nunca más al gobierno nacional” y repitió aquello de que “Néstor Kirchner fue el peor presidente de la democracia”.
¿Qué representa Provincias Unidas?
Provincias Unidas irrumpe en la escena política como un espacio transversal resultante de la falta de contención y atención del gobierno nacional. En concreto, es resultado de la mala praxis política y las inconsistencias del modelo libertario. Lejos de ser un rejunte de mandatarios provinciales parias que sólo buscan canalizar legítimas ambiciones políticas, se presentan como garantes de un modelo sustentable en lo político, lo territorial y lo productivo en reemplazo del actual.
Esto último es central: pretenden articular y conducir el proceso de expansión económica que el desarrollo intensivo de la minería y la energía podrían darle al país de acá a 2030. Se estima que para ese año cada uno de esos sectores estaría generando tantas divisas como hoy el sector agropecuario. El presidente de la Cámara Nacional de Hidrocarburos y CEO de Tecpetrol, Carlos Ormachea, dio por sentado esa proyección en Experiencia Idea Rosario el 12 de agosto pasado en la Bolsa de Comercio.
Para que ese proceso de expansión ocurra, se requiere de inversiones de capital muy fuertes. Por eso Milei promovió el RIGI al inicio de gobierno cuya letra inicial, cabe recordar fue objetada y luego corregida a pedido de gobernadores como Pullaro y Llaryora, entre otros. Sin embargo esas inversiones todavía no llegan o lo hacen a cuentagotas. No porque los grandes inversores no comulguen con el rumbo del gobierno, sino porque no hay certidumbre sobre su sustentabilidad política y económica.
Eso es lo que Provincias Unidas vende: recambio generacional, experiencia de gestión, base territorial y, sobre todo, sustentabilidad política para un nuevo ciclo de expansión y diversificación de la matriz productiva, con base en las provincias y en contraposición al modelo de acumulación financiera de Javier Milei.
El jujeño Sadir gobierna una provincia minera, Torres y Vidal las patagónicas con gas y petróleo; Pullaro, Llaryora y Valdez las de base agropecuaria. En definitiva, Provincias Unidas es una alianza de intereses diversos, que hoy pueden ser complementarios y mañana contradictorios, pero que en cualquier caso marcan un posible camino de salida a la encerrona en la que se encuentra el país.
Pullaro apuesta a la complementariedad. Dice que la provincia tiene que “picar en punta” y estar lista para poder ser socia del despegue del litio del noroeste y la energía de Vaca Muerta. Para eso apura la expansión de los gasoductos provincia adentro, inyecta plata en redes eléctricas y aeropuertos, repara rutas y accesos portuarios y pulsea con los concesionarios del Puerto de Rosario.
El poder para poder ejecutar ese plan se acaba de consolidar con el alumbramiento de la nueva Constitución y la reelección como posibilidad.



