Dientes apretando un cuchillo. Los planes de desarme en la población civil son un fracaso. Hay tantas armas como habitantes caminando estas calles. ¿Por qué cuesta tanto revertir esta cifra? Algunos bocetos explican fríamente el asunto. Pocos entregan el arma de fuego porque es una herramienta útil para el delito pero también para ese sector de la población que cree que podría resolver un problema que el Estado, el Gobierno, no pueden. Dormir tranquilo para atacar o defenderse en la selva. Un locura más en este hospicio.

Esta semana en Tapebicuá una localidad con 800 habitantes de Corrientes, un legislador recibió un disparo de arma de fuego mientras promocionaba a candidatos que hoy son presentados electoralmente en esa provincia. Para la Ministra de Seguridad, Sabina Frederic, se trató de un episodio de violencia política. “Un hecho como este no puede ocurrir en la Argentina del siglo XXI", señaló Frederic durante una conferencia de prensa que encabezó en Paso de los Libres, Corrientes.

Pero hay cocineros que cocinan con ingredientes peligrosos también en este siglo. Si el alimento diario es la violencia, la población engorda de violencia y muy probablemente cuando deba hacerse un análisis sanguíneo el resultado, refiera coherentemente a eso que ingirió. “Si almorzamos pólvora, iremos al baño en medio de un estallido”, graficó Marcelo Larraquy cuando explicó su libro Argentina: un siglo de violencia política, en 2017.

Una docente intentando a los gritos imponer su modo de ver las cosas es otro modo de ver el defecto. Y no solo el grito de la maestra interminable y desubicado para convencer al alumno con su mirada. Nerviosa, alterada, anímicamente poco preparada para el oficio docente y dueña de frases humillantes, encontró como respuesta miles del mismo tenor. En los diarios, en la tele, en las redes. A la piedra que cae, miles de piedras regresan. Una lucha de disparates sin sentido. Con Macri, con Cristina. La grieta a los gritos.

Javier Millei, candidato y autojactado intelectual de la economía argentina, no ahorró una catarata de insultos para Horacio Rodríguez Larreta. La contienda electoral en el barro más podrido. Los trajes de Oscar de la Renta en Nyc (la tienda mas cara del mundo) recibiendo la propia saliva llena del veneno político: “Zurdo de mierda, gusano arrastrado, pelado asqueroso”. Terminología verbal made in Milei.

Hay un periodista, militante político, showman de la tele marginal llamado Santiago Cúneo. Parece un personaje Capusotteano, un grotesco de la tele berreta pero no. En su canal de youtube no ahorra insultos para el Presidente y su compañera de gestión. Sus recortes en las redes (Twitter e Instagram) son alimentados de un porno editado de insultos en donde además amenaza a los seguidores del presidente. “Si quieren una guerra a los tiros sepan que siempre seré el que ataque”, les dice. En este tiempo bravo no hay marginales inofensivos. Todos hacen su aporte de granito de arena a esa playa incendiaria.

Caminar los caminos de la violencia para ganar la discusión. El gordo mortero precandidato en Santa Fe. Un militante preso en su casa por atacar con morteros a la policía en 2017 se ofrece como un ejemplo de la lucha. Todos pagan su costo. Estar en la trinchera de la violencia también da un insólito prestigio.

Ayer se difundieron videos del Ministro de Salud Ginés González García, saliendo de un restaurant porteño ante los abucheo de los comensales. La imagen, que no es la primera ni será la última, es otro orejeo de cartas en esta voraz partida de truco. Te insulto, te agravio, te expulso, te digo cosas horribles. En esta guerra, no hay respeto pero tampoco miedo. Todos se les animan a todos. Incluso al Presidente que responde con el saraseo propio del bocaladeado porteñismo.

Alimentados por los desencuentros este país carece de una dirigencia qu. agrupe en el disenso. Al Presidente le duró muy poco su tono conciliador. Hoy es el rey de este club de la pelea. Y no es el único, claro, pero él estaba nominado a ser distinto. Violencia es mentir.

Promotores del estallido y el odio al otro, quienes se ofrecen electoralmente creen que ganan votos si se muestran bravos peleadores en el ring electoral. Si pueden noquearlo en las urnas para siempre, mejor. Y que el rival no se levante, que sea un cadáver político, un muerto sin posibilidades de retorno. Sea quien fuese: Alberto, Mauricio, Cristina, Lilita. Argentina cocina un proceso político horrible: La única idea posible es la mía. Y te lo digo bien y si así no lo entendés te lo digo mal. O sea, Nadie sale vivo de aquí.