Las células cancerosas pueden producir de forma súbita Adenosín Trifosfato (ATP), su fuente principal de energía, en pos de defenderse de una presión externa. El descubrimiento proviene de una investigación liderada por un equipo del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, España, cuyos resultados se publicaron en Nature Communications.
Desde el estudio aseguraron que este "subidón" permite que las células en cuestión reparen roturas en el ADN y, de este modo, sobrevivan en entornos congestionados del cuerpo. En tal sentido, se pueden arrastrar por el microambiente tumoral, introducirse en los vasos sanguíneos porosos y soportar la fuerza del flujo de la sangre sin grandes dificultades.
La razón de todo ello se encuentra en sus responsables energéticas, las mitocondrias. “Ante una presión mecánica, no solo generan energía, sino que se mueven estratégicamente para abastecer directamente al núcleo”, indicaron.
Y añadieron: “Esto cambia la visión tradicional que teníamos sobre este orgánulo y los sitúa como actores principales en la respuesta estructural y metabólica frente a cualquier estrés mecánico”.
El hallazgo ayuda a explicar el medio por el que las células tumorales superan las barreras del cuerpo humano, a la vez que plantea la posibilidad de crear nuevas estrategias que las paralicen antes de que se expandan hacia otros órganos.
Mitocondrias asociadas al núcleo
Los científicos emplearon un microscopio capaz de comprimir células vivas hasta tres micras de ancho, lo que representa una trigésima parte del grosor de un cabello humano, según indica el estudio. En cuestión de segundos, las mitocondrias se desplazaban hacia la superficie del núcleo y liberaban el ATP adicional para llenar las reservas de "combustible".
“Ya no hablamos de baterías estáticas”, indicaron sobre el papel de las mitocondrias. Son como “ávidas socorristas” a las que recurre la célula en situaciones de emergencia, sobre todo cuando se ve presionada por alguna fuerza externa.
En sí, estas unidades energéticas se acumulan alrededor del núcleo formando una especie de halo denso que hunde el núcleo para proteger a la célula de la presión. El fenómeno se detectó en el 84% de casos estudiados y los científicos lo denominaron "mitocondrias asociadas al núcleo".
A su vez, emplearon un sensor fluorescente que se iluminaba cuando la célula liberaba energía, y hallaron que la señal aumentaba un 60% tres segundos después de la comprensión. “Esto es una clara señal de que se adaptan a la tensión y reconfiguran su metabolismo”, argumentaron.
La liberación de energía
Con experimentos posteriores, los científicos explicaron por qué importa este "subidón" energético. El equipo logró observar que la compresión mecánica somete al ADN a mucho estrés, produciendo daños en sus cadenas y enredos del genoma humano.
Para reparar esas roturas, las células cancerosas utilizan complejos de reparación que requieren mucha energía. Para el estudio, los investigadores proporcionaron a estas células un aporte extra de ATP con el que arreglaron el ADN en pocas horas, mientras que aquellas carentes de este compuesto no lograron dividirse correctamente.
“Las mitocondrias asociadas al núcleo no solo trasportan energía”, relataron. Y agregaron: “Su formación también permite que reciba energía en el momento y lugar adecuados para reorganizar la cromatina, reparar el ADN y continuar con el ciclo celular”.
Pruebas clínicas
Para verificar la relevancia clínica de su proyecto, los científicos llevaron a cabo varias biopsias de tumores de mama en 17 personas. Los halos densos de mitocondrias aparecieron en el 5,4% de los núcleos de las zonas tumorales más propensas a expandirse. “Ver esta firma en los pacientes nos convenció de su relevancia científica”, destacaron.
Los científicos descubrieron que las mismas proteínas que permiten la contracción muscular —filamentos de actina— se arremolinan en torno al núcleo, a la vez que otra parte de la célula, el retículo endoplásmico, se despliega en forma de malla. Esto permite atrapar a las mitocondrias y configurar el halo protector.
Asimismo, al usarse un fármaco —latrunculina A— para romperla actina, el equipo observó que la formación mitocondrial se redujo drásticamente y que la liberación de energía disminuía. Si las células metastásicas dependen de ello, los fármacos capaces de bloquear este proceso podrían ayudar a que los tumores fueran menos invasivos y preservar los tejidos sanos, tal y como relata el estudio.
Si bien el trabajo se centró en el cáncer, para los autores se trata de un fenómeno universal en la biología como ocurre con las células inmunitarias que se abren paso por los ganglios linfáticos o las neuronas que se ramifican.
Para los científicos, allí donde las células estén bajo presión, es probable que se dé un impulso energético para salvaguardar la integridad del genoma. “Comprender este proceso nos aporta una idea de cómo habita una célula cancerosa en un entorno hostil como es el tumor. En el futuro, podríamos explorar formas de bloquear esta adaptación para dificultar su supervivencia”, concluyeron.
Fuente: SINC.



