Este tipo de alimentación, fundada en el consumo abundante de frutas, verduras, legumbres y cereales está reconocido por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad, indicó la fundación a través de un comunicado.

Entre los beneficios científicamente probados de la dieta se la relacionó con la mejora del perfil lipídico, ya que su consumo aumenta el HDL (conocido como "colesterol bueno"), a la vez que reduce el LDL ("colesterol malo").

Este modelo alimentario rico, variado y saludable, es recomendado por los especialistas ya que, según numerosos estudios, es una de las mejores para reducir el riesgo de cáncer, por su equilibrio a la hora de distribuir las comidas y los alimentos.

Mientras que en el caso del cáncer de mama podría reducir hasta un 30% el riesgo de padecerlo, en el caso del cáncer colorrectal se indica que puede reducir el riesgo de desarrollarlo a la mitad.

También reduce el riesgo en el cáncer de próstata, cáncer gástrico y tumores de cabeza y cuello.

Por este motivo, desde la fundación se trabaja con pacientes, familiares, amigos y cuidadores en nutrición para acompañar y apoyar a las personas durante su enfermedad a través del programa Cáncer con Cuidados.

"Conociendo la importancia de la nutrición en la salud de los pacientes, la abordamos desde diferentes aspectos, fluctuando entre la prevención, el tratamiento y la recuperación de cada uno de ellos luego de los diferentes tratamientos", señaló Salvador Franco, docente de Ciencias Biológicas y responsable de los foros de nutrición en la fundación.

Y agregó que "no tenemos ninguna duda que la mejor manera de alcanzar un estado nutricional adecuado es incorporando una amplia variedad de alimentos a nuestra dieta diaria y semanal".

Entre las principales opciones que pueden estar al alcance de los pacientes, se detalla el consumo de frutas y verduras frescas, entre ellas la palta, que aporta una gran cantidad de omega 3, un ácido graso con probados beneficios para la salud en general.

En la lista también se encuentran las frutas secas como la nuez, y semillas como la chía y la quínoa.

Además, remarcaron la importancia de incorporar alimentos ricos en proteínas como las legumbres, que pueden ser lentejas, garbanzos y porotos.

En forma semanal es recomendable la ingesta de pescado, pollo, huevos, yogur y quesos blandos que son menos grasos en comparación con los quesos duros y contienen menor sodio.

Adoptar estos hábitos alimentarios permite "recibir los nutrientes necesarios en la proporción y cantidad adecuada que aportan mucha fibra o antioxidantes. Y menos grasas saturadas y compuestos potencialmente cancerígenos", indicó Franco.

Asimismo, "favorece el correcto funcionamiento del organismo, permite mantener un peso estable y prevenir enfermedades cardiovasculares, especialmente de infarto de miocardio", concluyó Franco.