En la previa a las fiestas de Fin de Año, el gobierno nacional publicó un decreto donde anunció cambios en las alícuotas de retenciones a las exportaciones de cientos de posiciones arancelarias, tanto de bienes industriales como agroindustriales, con la característica que estableció alícutoas menores para los productos con más valor agregado. 

"La medida consiste en mantener la lógica de diferenciación por agregación de valor introduciendo una alícuota de 4,5% para insumos básicos industriales, que complementa la escala (...) donde los insumos elaborados y la mayoría de los bienes finales industriales están alcanzados por una alícuota del 3% y del 0%, respectivamente”, señaló el decreto.

Los especialistas de cada sector se pusieron a analizar los nomencladores y saltaron novedades para la lechería. Es que si bien se mantuvieron las alícuotas de retenciones del 9% en las exportaciones de leche en polvo,  se fijó además un 4,5% para leches fluidas, quesos, lactosuero y manteca, productos que hasta el año pasado venían tributando una alícuota variable de $3 por dólar FOB (equivalente a una retención del 3,3% del valor FOB).

La medida sorpendió en el sector empresario ya que va en contra del espíritu del decreto de reducir la carga tributaria a los productos más elaborados. Y si bien la exportación de quesos y mantecas no es un negocio de grande proporciones, toda exportación -que se cobra en dólares- genera oxígeno en las finanzas corporativas ante el alicaído mercado interno. 

“Las retenciones al 30 de diciembre eran de tres pesos por dólar todos los productos. Eso significaba , en su momento, un 5% sobre un dólar de $60. Y con una tarifa diferencial o fija se encontraba la leche en polvo con una retención del 9%. Ahora, esos tres pesos por dólar sobre un dólar de $84 u $85 significaba un 3,6% de retención. Además, todos esos productos que estaban a 3,6% se fueron a 4,5%, lo cual significa una suba de 0,9% en las retenciones de todos los productos excepto leche en polvo”, explicó Jorge Giraudo, referente del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA).

“Lo llamativo es que el consumo interno está en 182 litros sobre 45 millones de habitantes. Eso son 5.800 millones de litros que se consumen en el mercado interno y durante el año pasado se produjeron 11.000 millones, por lo que está absolutamente garantizado el consumo doméstico, por lo cual no se ve con ningún sentido limitar las exportaciones porque no va a haber desabastecimiento", resaltó el especialista. 

Por otro lado, el problema que hay con la lechería es que gran parte se vende en el mercado interno con precios máximos y cuidados, por lo que la vía de escape eran las exportaciones.

“De no haber un cambio significativo en precios Máximos y Cuidados y encima se aumentan las retenciones, son dos cosas que van en detrimento de los ingresos del sector y en la posibilidad de mejorarlos. por suerte, la cotización de los precios internacionales en la subasta de Fonterra subieron todos y compensaría un poco esta situación”, concluyó Giraudo.