No soy Carrie Bradshaw. No tengo sus zapatos, su glamour, su notebook.  Sí soy una soltera, de 29 años, en una ciudad hermosa, y con unas cuantas amigas locas.

Hoy, domingo, me desperté a las 8 de la mañana y decidí tirar la toalla con Carlos, mi último intento de cita.

Lo conocí un viernes, fuimos a tomar algo a las 19 hs. Que sea tan tempranero me atrajo, que no necesite esconderse tras la oscuridad me pareció genial. Estuvimos juntos y sin parar de reír hasta las 4 de la mañana. Para una chica soltera y que viene de muchas, pero muchas citas fallidas, sentirse así con alguien, y por tanto tiempo, es inimaginable. La atracción física e intelectual que sentí fue instantánea. El hecho de no presionar para que pase algo fue novedoso. Se quedó en casa hasta que me dormí y fue todo un caballero.

Soy intensa. Y no puedo dejar pasar a alguien con quien quiero estar. Traducción: voy a llamarlo, escribirle, organizar actividades. Voy a buscar verlo. Voy a querer verlo, hablarle, compartir mi tiempo y mis cosas.

Lo volví a ver un lunes. Cenamos, nos besamos, nos disfrutamos… quería dormir con él. Quería despertarme de madrugada y sonreír al ver al hombre con el que comparto la cama. Pero no. Él no quiso despertarse media hora antes para abrirme la puerta y que llegue a horario a mi trabajo. Yo me negué a llegar tarde. Dormí en mi cama, sola.

Volví a escribirle, respetando que elija dormir más a tenerme con él. “Hacemos algo el viernes?”. “No puedo”. “Y el sábado?”. “Tampoco. Perdón, princesa”.

Quizás ese sea el error de los dos: pensar que soy una princesa que espera a su príncipe azul. No necesito un príncipe que me rescate de ningún dragón, ni que me baje de ninguna torre. No soy una princesa a rescatar. Soy una mujer que quiere compartir risas, comidas, sábanas…

Soy una mujer que nunca fue amada, pero que intenta amarse cada día más…

No voy a dejar de conocer gente, ni voy a negarle mi sonrisa a otro hombre que me encante… No creo en las segundas partes, así que chau, Carlos, y que pase el que sigue!