Juan Martín Del Potro protagonizó este martes un regreso de película sin final feliz al circuito después de dos años y medio parado y con cuatro cirugías a cuestas, con el Argentina Open como excusa y un partido ante Federico Delbonis en el que generó una atmósfera única que sólo él puede lograr en el tenis argentino. Fue derrota y retiro de la actividad profesional para Delpo, que lloró y se despidió ante una ovación.

Su amigo Delbonis le ganó por 6-1 y 6-3, aunque el resultado será una anécdota en la historia, en el último partido de uno de los más grandes deportistas de la historia argentina.

No era lo que yo quería sino que la salud me lleva a tomar una decisión poco convencido, pero creo que hice demasiado esfuerzo estos dos años y medio para poder remontarla, como hice otra veces”, comenzó diciendo Del Potro entre lágrimas, y ante una ovación de todo el estadio, luego del encuentro.

El gigante cansado. Delpo disfrutó su última función y la gente lo aclamó. (EFE)

Confirmó que no jugará el Abierto de Río de Janeiro, porque hasta acá llegó: “A veces yo también puedo perder y a veces no tengo las fuerzas que todos creen para salir adelante, esta vez siento un poco eso. Lo di todo y he cumplido todos mis sueños con el tenis”.

Dijo que esta jornada será “uno de esos días que voy a recordar para toda mi vida. Todavía no encontré un lugar que sea feliz que acá adentro y por eso quería jugar”.

Una jornada histórica en el Buenos Aires Lawn Tennis

 

La presencia del héroe de la Copa Davis, del fenómeno que le discutió la hegemonía a los gigantes de esta época, Federer, Nadal y Djokovic, comenzó a respirarse desde temprano en los alrededores del estadio, con muchísima gente yendo y viniendo, el tránsito vehicular complicado y la irrupción de los "trapitos" por primera vez en mucho tiempo.

El anuncio de su posible retiro, un momento que sus fanáticos veían venir pero que no dejó de sorprender, fue el detonante que motivó que se agotaran las entradas para el martes tres días antes, algo que no se lograba desde la época de 'La Legión'.

Sus presencias en el circuito cada vez más esporádicas aumentaron la ansiedad del público que además no lo disfrutaba en Buenos Aires desde 2006, cuando era un pibito de 17 años que prometía, lejos de las hazañas que lograría después.

Por eso se acercaron a verlo desde Gabriela Sabatini hasta otros destacados del deporte como Sergio "Oveja" Hernández, el ex DT del seleccionado de básquetbol, con su pareja la ex Leona, Noel Barrionuevo. También desde el fútbol estuvieron Enzo Pérez y Hernán Crespo

Otra presencia xeneize para un fanático de Boca como Delpo no faltó en el estadio porteño, con Sebastián Battaglia, a la cabeza junto a su ayudante de campo, Juan Kuproviesa. Tampoco faltó Rolando Schiavi, amigo personal del tandilense.

En su salida a la cancha tronó el "Delpo, Delpo" y también otro clásico: "Y pegue, Delpo, pegue", seguido de una estruendosa ovación.

Del Potro, el de la derecha temible y el corazón enorme, el último gran ídolo del tenis celeste y blanco, levantó varias veces sus brazos para saludar a los hinchas que agotaron todas las entradas, desde las generales a 1.500 hasta las preferenciales -VIP-, que superaban los 20 mil pesos cada una. Es que nadie se quería perder su regreso.

No faltó, cuando era claramente dominado por Delbonis, el pedido ocurrente de un fanático al tenista de Azul: "Fede, ya nos diste la alegría más grande de la historia, danos otra y perdé esta noche, por favor", le imploró.

La "Torre de Tandil" lo logró, volvió a jugar al tenis y revolucionó el ATP porteño. Primero en un día habitualmente tranquilo como un lunes, cuando convocó más gente durante la hora que le dedicó a entrenarse que la que había en la cancha central, y luego con este martes inolvidable.

Suele decirse siempre que un deportista profesional muere dos veces, la primera cuando se retira, cuando le pone fin a su carrera, y Delpo está en esa etapa difícil.

"Tomala vos, damela a mi, volvió la Torre de Tandil" fue la canción que más entonaron sus fanáticos cuando la derrota era irreversible, como símbolo de una noche de reencuentro con el ídolo.