El 8 de septiembre próximo se inaugurará la 24ª Feria Internacional del Libro de Rosario, en el Centro Cultural Fontanarrosa. Desde las 19, la escritora y guionista Claudia Piñeiro estará a cargo del discurso de apertura que pondrá a rodar once días a pura literatura, en la ciudad.

A modo de anticipo a su llegada a Rosario, Piñeiro dialogó con el programa A la Vuelta (Radio 2) y se mostró expectante con el reencuentro con los lectores tras dos años de pandemia y actividades presenciales suspendidas.

“Es el momento del encuentro, pero además, del encuentro alrededor de los libros y de la literatura, con lo cual, hablamos del encuentro con la gente a la que le interesan las mismas cosas que a una.

La pandemia hizo que nos diéramos cuenta de que nos podíamos encontrar virtualmente y nos la pasamos haciendo zoom, pero la cuestión de estar ahí, de firmar un libro, de mirar a la cara a una persona es algo que necesitamos todos”, dijo para comenzar y se refirió a su rol inaugural en la ceremonia de apertura.

“Me toca abrir la Feria que siempre es una responsabilidad. En las ferias hay una expectativa en torno al acto inaugural, entonces uno tiene que elegir con mucho cuidado y mucha cabeza el criterio de lo que se va a decir. Es la oportunidad de estar frente al micrófono y decir: éste es el tema que escojo en este momento para hablar de la Feria del Libro de Rosario. Seguramente hablaremos de libros, pero los escritores somos personas que nos movemos dentro del campo de la cultura y lo social. Por eso, los temas derivan a intereses que tienen que ver con la sociedad y las cosas que nos pasan”.

Empezás a leer sus textos y decís: «Son rosarinos».

En ese marco, Piñeiro se refirió a algunas particularidades de Rosario y su vínculo con “lo literario”: Me parece una ciudad muy atractiva e interesante por muchas cuestiones. Visité Rosario varias veces, pero no la conozco tanto y uno escribe de lo que conoce”, afirmó en respuesta a cuán inspiradora puede resultar la ciudad para la ficción literaria, e hizo hincapié en las notas características que permiten distinguir a los autores rosarinos, entre los cuales destacó a Osvaldo Aguirre y Valeria Correa Fiz.

“Empezás a leer sus textos y decís: «Son rosarinos». Así como en el extranjero te dicen: «se nota que es argentino», en este caso, se nota que son rosarinos por algunos giros y algunas descripciones que hablan de la ciudad”.

Contar esa violencia es absolutamente literario y eso lo pueden contar mucho mejor los que viven ahí.

Remarca que Rosario, si bien es una ciudad sumamente importante, a su vez conserva algo todavía del conocerse más entre las personas, que los que viven en Buenos Aires. “Es una ciudad gigante, pero hay una cosa todavía de conocerse todos, de ir por calles arboladas y bajas, ese bulevard Oroño, el río al que se le dio la espalda tanto tiempo y que hoy se está quemando y hasta la violencia de Rosario es algo muy literario. Contar esa violencia es absolutamente literario y eso lo pueden contar mucho mejor los que viven ahí”.

Su “primer Borges”

 

La entrevsita transcurre durante el 24 de agosto, Día del Lector y la Lectora, en conmemoración y homenaje a Jorge Luis Borges, y la referencia al escritor que instituyó mucho más que una efemérides en el calendario, se enlaza con la conversación. “Pengüin, la editorial en la que yo publico, hizo un desafío consistente en publicar cuál fue tu primer Borges, entonces fui a mi biblioteca a buscar una colección que había comprado y que incluía: El Aleph, Ficciones y El informe de Brodie. Es una edición viejísima de Emecé, que abrí para hacer el video de «Mi primer Borges» y se me salían las páginas, porque tiene esa encuadernación pegada que con el tiempo las páginas se desprenden. Así y todo me pareció un encuentro maravilloso con ese libro, porque tiene una historia”, cuenta la escritora y agrega que si bien prefiere el libro de papel, está acostumbrada al e-book porque tiene muchas ventajas que “se valoran sobre todo cuando uno se pone grande. Con el e-book no se necesitan anteojos porque se puede agrandar la letra y de noche, se puede iluminar más la pantalla, para leer mejor”.

“Por otra parte –agrega– yo viajo mucho y antes llevaba muchos libros. Porque los necesitaba para las conferencias o porque me iba de vacaciones y pensaba: si me llevo uno o dos y justo no me gustan, voy a querer tener otro. Entonces, terminaba llevándome un montón de libros. Ahora, en cambio, llevo algún libro en papel, pero también muchos libros cargados en el e-book, porque es una ventaja. De todos modos, sigo prefiriendo el papel”.

El común denominador de sus novelas: el suspenso

 

“Me gusta y me interesa mucho el suspenso como lo plantea Patricia Highsmith y esa cosa de cuánto informo y cuánto no para que los lectores quieran seguir leyendo lo que tengo para decirles y tratando de ver más allá de lo que voy contando. El suspenso –afirma– es una gran herramienta para la ficción literaria”.

“Después, la novela negra, el policial, tiene otros atractivos relacionados con que está muy pegada a lo que pasa en la sociedad. Ahora, antes, en distintos momentos de la historia, el policial vino a contar lo que pasa en la sociedad. Es una novela sociológica y eso me atrae. Y también tiene una estructura ética de la verdad que nos permite meternos en la historia, no para hacer justicia, porque no es lo que pretenden los policiales hoy, a diferencia de antes que terminaban con que atrapaban al asesino. Pero sí permiten conocer la verdad.