Narcotráfico se escribe con sangre en la ciudad. La venta de drogas ilegales es el escenario de gran parte de los hechos de mayor violencia registrados en Rosario. Muchos asesinatos, balaceras y amenazas tienen como origen la disputa de las zonas de comercialización o son vueltos de malas pagas, formas de saldar cuentas en un negocio que se ha vuelto muy redituable hace años atrás. A esta oferta que aparece inmensa, ¿le corresponde una demanda proporcional? ¿Quiénes compran y cuál es la mercancía más adquirida? Acá, una foto del consumo de estupefacientes en la ciudad.

Como en el resto del país, la droga más consumida en Rosario es legal: el alcohol, al que le sigue el tabaco con el que conforman un tándem que lidera cómodamente el “ránking” de sustancias. El coordinador del Dispositivo de Abordaje Territorial (Diat), Ignacio Canabal, considera que “existe un gran consumo de drogas ilegales en el país y en la ciudad” y precisa: “La Secretaria de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar) tiene estadísticas que establecen que el consumo de alcohol en la vida de los argentinos representa el 93 por ciento. Tabaco un poco menos, el 70 por ciento, y el porcentaje de drogas ilegales baja mucho. El cannabis es la droga más consumida (alrededor del 20 por ciento) y la cocaína la mitad de eso. Después, el éxtasis”.

¿Este consumo es proporcional a una oferta tan extendida?, consultó Rosario3. “Rosario y su cordón es un gran exportador de cocaína para el resto del mundo, de la cocaína colombiana, peruana, y de otros lugares. Y parte de eso, queda en Rosario y ciudades aledañas y se usa para comercializar. ¿Es tanta la gente que consume? Consume bastante gente pero lo que sí tiene el negocio, por ser ilegal, es un gran rédito económico. La Coca Cola, el cigarrillo y el alcohol se consumen más que las drogas ilegales pero no dejan tanto beneficio económico porque están regulados. No es que la sustancia sea más consumida”, advirtió Canabal, quien apuntó al grado elevado de violencia social que desprende el negocio como otra razón de su marcada visibilidad.

Quiénes y dónde

Para el especialista, el consumo de sustancias ilegales está atravesada por distintas variables que lo caracterizan. “La calidad y el precio de la sustancia es una diferencia clara. En los barrios encontrás cocaína con cortes muy diferentes en pureza a los que conseguís en el centro y eso se traduce en el precio también. Es mucho más cara la de mayor calidad que la que se toma en un barrio donde está mucho más cortada, donde tiene muchos menos principios activos”, detalló y sumó: “Hay ciertas sustancias psicoactivas que tienen mayor predominancia en algunas poblaciones, cuando se piensa en el éxtasis, el LSD existe su consumo en los territorios pero son menores que en el centro de la ciudad. Otro ejemplo es el poxiran, que es una sustancia legal pero de abuso. Caminá por la calle Oroño ves a la gente de la comunidad quom que está cuidando autos. Y es casi inexistente que veas gente de clase media alta consumiendo pegamento. Tiene que ver con que es la droga más barata disponible con los peores efectos secundarios. La misma gente vulnerable cuando tiene algo de plata compra alcohol, cocaína o marihuana”.

También hay diferencias en el sistema de ventas. “En los barrios, se va a los lugares y que en estos territorios tiene la característica que la gente sabe dónde están. Ves gente que va a comprar, gente que sale, un movimiento extraño y eso necesariamente implica un vínculo con una fuerza de seguridad. En el centro eso no ocurre tanto, se usa el sistema de delivery. Uno llama a alguien, se encuentra con alguien, o va a la casa de alguien”, explicó y profundizó en cuanto a los precios: “Un gramo de flores, que es una planta que podés tener en la terraza de tu casa, sale entre 800 y 1400 pesos. Son dos cigarrillos de marihuana de flores. Imagináte el enorme beneficio, una planta en el patio que podés sacar medio kilo”. Después del cannabis–continuó– la cocaína es la sustancia más comprada en Rosario. “Los precios varían muchísimo, de 3 o 4 mil pesos el gramo a 400 pesos el gramo en un barrio. Pero el tema es que no es la misma cocaína porque no tienen la misma cantidad de principio activo. No es la misma cosa”, indicó. 


Por qué

Varinia Drisun y Alfredo Oldani coordinan La Estación, institución municipal que aborda la problemática del consumo de drogas ilegales en Rosario. En diálogo con Rosario3, sostuvieron: “Hay un aumento del consumo como en todos los momentos de crisis. La sustancia que más se consume fuertemente es el alcohol y los psicofármacos. Y la asociación de ambos en el tercer lugar. En cuarto lugar aparece el consumo de cocaína, en nuestra ciudad no se consume paco, cocaína inhalada o fumada y el consumo de cocaína está muy por debajo del alcohol y de psicofármacos”, detallaron de acuerdo a la estadística propia. En este marco, dejaron bien claro: el consumo no es inherente a ninguna clase social. “Tenemos muchas interconsultas de las obras sociales y por eso también tenemos una mirada de la clase media trabajadora que accede a una obra social y el sector privado pero muy focalizado. Y sí, aparece eso, un aumento de consumo. Aparece y es visible porque  hubo una intoxicación aguda o un hecho violento asociado con el consumo y entonces aparecen intervenciones en este marco”, sostuvieron.

Canabal, por su parte, advierte que “la gente de clase media y media alta, tiene su primer contacto con el narcotráfico a través de la compra de sustancias ilegales, se fomenta el mercado negro a través de la prohibición. Si querés fumar marihuana, tenés que recurrir al mercado negro. Pero el 75 por ciento de la gente que consume no tiene ningún tipo de problemas, son trabajadores, la sociedad general. No hacen  un uso abusivo, es el típico ejemplo de ‘me la pego el fin de semana’. Y hay un 5 por ciento que no lo puede manejar con ese porcentaje yo trabajo”. En cuanto a la cocaína, precisa: “Hay un uso muy generalizado en muchos sectores y muy invisibilizado en sectores más altos. La cocaína te mantiene despierto, y está asociada al consumo en trabajos estresantes y vinculadas a ciertas actividades productivas: la noche, la gastronomía, seguridad, históricamente invisibilizado en las guardias médicas, trabajos de alto estres como la Bolsa, taxistas –enumera–porque se necesita para mantenerse despierto y mejor ante tanto esfuerzo físico y mental”.

Y añade en relación a los consumos sectorizados y menos advertidos: “Existe un consumo grande e invisibilizado de los médicos del fentanilo que es una sustancia inyectable a la que solo acceden los médicos y enfermeros y no está asociada al narcotráfico, no acarrea muertes ni problemas de violencia, incluso quienes la sufren son profesionales que pueden o no recurrir a otros profesionales”, remarcó.

Narcotráfico

“La enorme cantidad de muertes asociadas en estos últimos meses en Rosario vinculadas a este tema, habla de eso, del negocio enorme que es, y que el marco regulatorio no está funcionando. Venimos creciendo en la disponibilidad de sustancias, son bastante baratas, no han tenido tanto aumento como los alimentos en la pandemia, inclusive antes, siempre la sustancia psicoactiva aumenta menos que los alimentos, lo cual habla de la enorme disponibilidad que hay, porque si hubiese menos el precio aumenta, lo básico en la oferta y la demanda”, analizó Canabal sobre la verdadera problemática del consumo de estupefacientes.

El problema está asociado a la ilegalidad del consumo. El alcohol y el tabaco desde su legalización no producen la cantidad de muertos ni de problemas asociados a la comercialización como las producidas por las ilegales”, subrayó Drisun a su turno. “Entendemos porque lo vivimos en la práctica y se conceptualiza cada vez más de esa forma, el problema de las drogas está vinculado fuertemente al problema socioeconómico y a los problemas de exclusión y marginalidad. No hablamos que padecen problemas de salud producto del consumo. En el último año, año y medio, los problemas vinculados al uso de drogas están asociados a los delitos de narcocriminalidad fuertemente, ósea, los pibes y pibas que atendemos no quiere decir que no consuman sino que no tienen un problema asociado al consumo, no son adictos a la sustancia, no tienen problemas de intoxicación asociados a los consumos sino que el problema que hay que abordar son los circuitos de narcocriminalidad. Y esto se ve cada vez más en personas más jóvenes, personas que llegan por heridas de arma de fuego a los hospitales generales”, ahondó.

Abordajes

“Nosotros decimos que hay problema de consumo cuando alguna arista de la vida de la persona se ve afectada por el consumo, su vida empieza a estar afecta por el abuso de esa sustancia y ahí empiezan los problemas”, sostuvo Varinia Drisun desde la experiencia acumulada desde 2016 en La Estación. Sobre cómo trabajan con las personas que tocan a la puerta de la institución, apuntó: “Hay una idea construida en el tiempo de que si consumís drogas te pasa lo mismo que otro que consume drogas, ese es el abordaje de los últimos 30 años. La realidad de cada uno es singular y los motivos que atraviesan ese consumo también los son. Hay entrevistas con profesionales de distintas disciplinas y vamos construyendo una lectura, a veces el abordaje puede continuar acá y eso ha sucedido con personas que tienen o no obra social o prepaga. Pero a veces el abordaje precisa de otra mirada institucional. A veces es suficiente una instancia de consultorio con un psicólogo o psiquiatra pero a veces el abordaje incluye otras perspectivas de trabajo que son grupales, que son en otro tipo de establecimiento con otras estrategias”, explicó.

“En general decidimos no hablar de la sustancia. No hay un protocolo de trabajo o una estrategia fordista”, continuó sobre el abordaje. “Es una consecuencia que deje el consumo, a veces es necesario perseguir la abstinencia por eso es importante la lectura clínica que se construye en un tiempo determinado que a veces es una entrevista o un año entero de entrevistas hasta conocer a esa persona y saber qué le pasa. Uno de nuestros pilares es la disminución de los riesgos, no juzgamos a nadie por el consumo ni le pedimos a una persona que venga sin los efectos del consumo sino que eso hay que ponerlo a trabajar. Si cuando se pone en riesgo a sí mismo o a terceros y no hay posibilidad de construir se recurre a la abstinencia y a veces es imposible para ese sujeto conseguirla entonces tenemos que pensar en otras estrategias para que la vida de esta persona sea la mejor posible”, destacó.

Por su parte, Canabal apeló a la necesidad de poner sobre la mesa la problemática, sobre todo entre la población adolescente. “Tenemos que pensar cómo incluir y cómo visibilizar. Los problemas de alcohol, tabaquismo y sustancias ilegales recorren toda la sociedad, es una forma más de consumo. No podemos hacer desaparecer a las drogas o aislar al drogadicto. Lo importante es tener información fidedigna que nuestra generación no tuvo. Hay que aprender a decir que no y si no, a tener un consumo responsable”, consideró