Daniel Álvarez se durmió y cuando despertó estaba camino a las islas Malvinas. Se había acomodado en un rincón del submarino Santa Fe,  a donde con 19 años había sido enviado como maquinista para reparar los motores en 1982. La constante excitación que le causaba estar en ese monstruo marino lo cansaba e irremediablemente, se echaba a dormir. Ese 2 de abril cuando abrió los ojos descubrió que estaba en guerra.

Hoy, a los 58 años, el ex submarinista vuelve a sumergirse en esos días desde su casa en zona sur, en el alto del taller de reparación de autos en el que trabaja. “Me enamoré del arma submarina cuando el Ara Santa Fe vino a la ciudad y fuimos a verlo con la escuela. Quería estar ahí dentro, me deslumbró al punto que cuando llegué al cuarto año me fui a la tristemente recordada Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) a estudiar como maquinista naval”, contó a Rosario3 sobre cómo comenzó todo.

Con 15 años Daniel daba sus primeros pasos en la carrera militar que abandonaría en 1985. Pero en 1982 todavía faltaba una eternidad. Fue en ese año que estando en Mar del Plata lo mandaron a su adorado submarino Santa Fe: “En esa época no había formas de comunicarse como ahora, había pocos canales y teléfonos. Yo no sabía mucho. Estábamos en curso y piden maquinistas para reparar el motor del Santa Fe, aunque no éramos avezados nos mandaron ahí como ‘che pibe’. Limpiábamos, acomodábamos y mirábamos con asombro a los que sí sabían. Aprendimos un montón”, recordó.

“Una noche me duermo en un rincón y me cuando me despierto, me descubro navegando para Malvinas”, contó con una mezcla de atroz asombro y ternura, todo al mismo tiempo. “Yo quería ir pero ese 2 de abril fue una aventura porque fui y volví y no tuvimos ningún enfrentamiento ni combate naval”, advirtió y añadió con sincera humildad: “Siempre lo he dicho, no soy ningún héroe, fue una casualidad que estuviese ahí, un hecho fortuito, de colado”.

La guerra comenzó con la ocupación de Malvinas por parte de las tropas argentinas. El conflicto estaba en marcha y Daniel regresó a la escuela de submarinistas. Seguirían las “sorpresas”: “Me pusieron una sanción por faltar sin aviso, una risa”, relató para dar muestras de cómo iban las cosas. El destino lo colocaría otra vez en un sitio clave del enfrentamiento: el portaviones 25 de mayo.

Blanco

“En el portaviones transpiraba la camiseta, era encargado del generador de corriente para mantener el radar”, precisó y aclaró: “Era uno de los blancos preferidos por los ingleses junto al crucero Belgrano”. Al respecto, Álvarez explicó lo que es un punto importantísimo en el combate. Fue el 25 de Mayo el que planeó atacar a los ingleses con seis aviones A-4Q armados con cuatro bombas Mark 82 de 250 kilos cada uno. “Ese bendito día no había viento, como escuchás, en medio del Atlántico no soplaba viento suficiente para despegar los aviones”, apuntó.

La flota tenía preparado un movimiento de pinza sobre los británicos. Una punta era el 25 de Mayo y la otra el crucero General Belgrano. Los ingleses debieron atacar una de ellas y optaron por el Ara Belgrano. El submarino nuclear HMS Conqueror (S48), que estaba persiguiendo al crucero, lo atacó con tres torpedos, dos acertaron, provocando sus hundimiento y la muerte de 323 tripulantes. Tras esa acción, los demás buques argentinos, incluyendo el portaaviones de Daniel, se retiraron para protegerse. “Me bajé en puerto el 8 o 10 de junio. Durante la guerra cumplí 20 años”, dijo con tono bajo.

Consultado sobre cómo se sintió durante esos días de guerra, respondió: “La sensación era de dientes apretados todo el tiempo, no se sabía lo que venía, en un segundo un torpedo podía mandar los aviones por el aire”, manifestó. “Pobrecitos nuestros barcos hicieron lo que pudieron. Con el tiempo se va descubriendo que pese a lo desorganizada de la defensa en Malvinas, la falta de coordinación de las fuerzas y todas las falencias que te puedas imaginar, le causamos un daño tremendo a la flota británica, por algo no desclasifican los diarios a bordo hasta 2090, han mentido sobre el costo que pagaron en esta guerra. No le cierran los números y además, los compañeros no mienten”, remarcó.

Un antes y un después

A 39 años del conflicto bélico, Daniel admitió: “La guerra me dejó un sentimiento que no conocía, no volví a ser el mismo de antes, hubo un antes y un después. Te replanteás la vida y yo quise tener mi familia y gracias a dios lo logré con mi compañera, 36 años juntos, toda una vida tratando que nuestros hijos sean buenas personas”, dijo el ya abuelo “baboso” según su autodefinición.

“Los egoísmos del ser humano no tienen sentido después de haber vivido eso”, continuó y lamentó que “no se ha logrado mucho”. “Mis compañeros han derramado su sangre para que surgiera una democracia que le diera al país su grandeza pero hay odio, estamos divididos”, lanzó y agregó al respecto: “Hubiera querido que Malvinas fuera un punto de partida pero no hemos encontrado el camino”.

Como otros tantos que pelearon en las islas, encontró en la asistencia social un espacio de contención. “Gracias a dios el pueblo nos acompaña, por él salimos a dar un plato de comida caliente en invierno”, explicó sobre el sentido de su participación en el Centro de Ex Combatientes de Malvinas de Rosario: “Estamos unidos, tantos los soldados conscriptos como yo somos lo mismo y caminamos juntos en esta guerra, y después salimos a conquistar nuestros beneficios. Tardamos 25 años, siempre tuvimos que explicarles a los gobernantes de turno quiénes éramos y por qué estábamos mancomunados por los que sufren”, observó.

El regreso a casa fue doloroso al extremo. “Apenas terminó la guerra no podían decir que habías peleado, podías perder el trabajo. A mí me pasó, yo trabajaba en un lugar y alguien fue y le dijo al gerente que yo había estado en la guerra. Me vino a cuestionar por qué no lo había puesto en el CV, a los dos meses no necesitaba más mis servicios”, detalló sobre su experiencia personal que fue la de muchos: “Era frecuente no poder acceder a trabajos clasificados, te miraban como a una bomba de tiempo, un bicho raro”, expresó.

Todas esas impresiones negativas fueron modificándose. “Eso fue hasta que empezamos a hacer trabajo social y se fue develando quiénes éramos nosotros, un grupo de gente que a pesar de haber pasado por momentos terribles se juntaban para hacer algo provechoso. dando el ejemplo”, aseguró. A pesar de las dificultades, Daniel asegura que la gente siempre los acompañó: “Nadie está en contra de Malvinas, para la mayoría de la gente es motivo de unión”, aseguró conforme con el giro que pudieron darle a uno de los hechos más controvertidos de la historia del país y que hoy, a pesar del tiempo transcurrido sigue dejando huella.