La Guerra de Malvinas ha marcado nuestras vidas. Para los familiares de los ex combatientes el 2 de abril no es un día más, es la fecha en el calendario que acelera nuestro ritmo, que nos sumerge en los recuerdos y los inunda de emoción. Nosotros no estuvimos en el campo de batalla pero luchamos en otros espacios. Conocemos de cerca el daño que produce una guerra y a diario trabajamos para que no se repita. Los hijos y las hijas de los veteranos nos reunimos e iniciamos el camino de Generación Malvinas que tiene objetivos claros y convicciones fuertes, que nació al calor de la lucha. 

Somos solidarios por convicción y también porque hemos conocido de las necesidades, defendemos la patria y la soberanía nacional porque sería muy triste olvidarse de quienes dieron su vida por el suelo argentino. Estamos naturalmente en el Centro de Ex soldados Combatientes de Malvinas de Rosario, porque allí nacimos, crecimos y nos desarrollamos. Vimos de cerca el trabajo, el empeño y la transformación de nuestros padres. Nadie nos regaló nada. Llegamos hasta aquí de pie, con marchas y acampes, con discusiones, organización y militancia. 

Nuestros padres crearon sus propias instituciones ante falta de reconocimiento y para darle voz y voto a sus compañeros, los que cayeron en Malvinas, los héroes. Nos enseñaron que con educacion, respeto y valores se sale adelante. Nos transmitieron amor, amor propio, amor por el prójimo, amor por la patria, amor por lo que es nuestro. También nos dieron herramientas para crecer, dejaron de lado las armas y tomaron los cucharones, la cocina, la solidaridad. Armas de construcción masivas

Hoy hay padres que murieron en postguerra e hijos que siguen sus pasos. Le ponemos el cuerpo, la voz, el alma. Nuestra misión será seguir apuntalando las instituciones, seguir tirando de la cocina y esparcir solidaridad, reclamar soberanía, insistir en un mundo de paz, homenajear a los que no están, honrar la vida, defender el pabellón nacional. Nuestro norte siempre será el Sur.