La capital de Ecuador tenía este domingo calles obstruidas, avenidas cerradas y la huella de una dura protesta contra los ajustes económicos aplicados por el gobierno en el marco de un acuerdo con el FMI.

Tampoco hubo transporte público, ni taxis, ni servicio de Uber, según algunos ciudadanos que han salido a la calle a caminar, así como conductores que tienen que saltear los obstáculos con dificultad o encontrar vías alternativas para llegar a sus destinos.

Tras una noche en la que se realizó un cacerolazo nocturno por la paz y se registraron altercados con policías en algunos barrios de Quito en desafío al "toque de queda" aplicado por el gobierno, existe la posibilidad de que la huelga indígena que este domingo cumple once días termine con el diálogo aceptado por las partes.

Según el servicio de información municipal, habían al menos cuarenta puntos de cierre de avenidas a primeras horas de la mañana en la ciudad, aunque las calles del casco histórico, que ha sido epicentro de las protestas desde el pasado 3 de octubre, colgaron el cartel de "habilitadas".

Diálogo

La primera reunión de diálogo entre el gobierno de Ecuador y los representantes del movimiento indígena se realizará este domingo, según adelantaron delegados de las Naciones Unidas en Ecuador y la Conferencia Episcopal Ecuatoriana sin especificar quienes serán los protagonistas del encuentro.

En un comunicado conjunto ambos organismos ratificaron que "tras mantener contactos con el gobierno y con las organizaciones del movimiento indígena, la primera reunión de diálogo está convocada para el día 13 de octubre a las 3 de la tarde en Quito".

Sin ofrecer más detalles acerca del lugar de la reunión ni tampoco sobre quienes integrarán las delegaciones de ambas partes, la Iglesia ecuatoriana y la ONU dicen confiar "en la buena voluntad de todos para establecer un diálogo de buena fe y encontrar una pronta solución a la compleja situación que vive el país".

El anunció realizado a última hora del sábado, ocurrió minutos después de que se hiciera efectivo el toque de queda y la militarización en el distrito metropolitano de Quito, anunciados por el presidente ecuatoriano Lenín Moreno, con la intención de extinguir la ola de protestas que comenzaron el 3 de octubre por el ajuste económico que decidió el gobierno como parte de un acuerdo crediticio con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El acercamiento entre las posturas inicialmente intransigentes del gobierno y de los indígenas llega después de que se registraran a nivel nacional al menos cuatro muertos, más de 850 heridos y más de mil detenidos en las protestas.