A más de un año de la declaración de pandemia ante el avance del coronavirus, las consecuencias económicas, sociales y psicológicas ligadas a la de por sí complicada situación sanitaria suma capítulos cotidianos.

Entre esas esquirlas, la caída del empleo y el aumento de la pobreza plantea el interrogante sobre la relación posible entre pandemia, pobreza y trabajo sexual.

En diálogo con Radiópolis (Radio2), Patricia Bonel, coordinadora del Centro Madre Antonia de barrio Las Flores indicó que si bien no puede confirmar un incremento de la prostitución en Rosario, “en nuestros recorridos en las calles, sí lo notamos más”.

El espacio de la zona sur de la ciudad acompaña y asiste a mujeres en situación de vulnerabilidad, prostitución y trata con fines de explotación en una “misión compartida" junto a la agrupación Hermanas Oblatas de Rosario y la escuela Jesús de Nazareth.

Respecto del intento de violación del último fin de semana, en la que una joven fue rescatada por vecinos de una vivienda de barrio Abasto luego de pedir auxilio, Bonel dijo desconocer los detalles.

Consultada sobre la relación entre pandemia, aumento de pobreza y su correlación con el trabajo sexual puntualmente en barrio Las Flores, Bonel respondió: “No sé si más prostitución en Rosario. En nuestros recorridos en las calles, sí lo notamos más”.

Interrogada sobre “las razones” que llevarían a las mujeres hacia el trabajo sexual, la entrevistada explicó que “depende de cada caso en particular y ocurre en todo Rosario, no solo en el barrio”.

“Puede ser un medio de salida económico, de salir de su realidad o entorno social. También el uso de las redes sociales para ofrecer servicios sexuales o pornografía porque está de moda”, detalló.

Consultada por el periodista Roberto Caferra sobre la negativa a formalizar la denuncia en la Justicia, la entrevistada advirtió que se trata de “un hombre violento que reconoció haberla golpeado".

"Por tanto, fue víctima de violencia física y podemos estar frente a una joven que también podría haber sufrido violencia psicológica y que, por miedo, no hizo la denuncia”, continuó.

También señaló que puede responder a “la falta de credibilidad y confianza que las mujeres tienen en las instituciones una vez realizada la denuncia”.

“Tanto en nuestras caminatas en Las Flores –añadió– como en otros barrios venimos viendo que las mujeres salen a la calle, que (piden) que las escuchen y las acompañen en la defensa de sus derechos. Se busca evitar que la sociedad tenga esa mirada cargada de prejuicios y de mandatos culturales”.