Mariana V. logró dejar atrás el coronavirus, igual que su esposo e hijo. Fue el caso positivo que surgió tras 20 días de una racha sin contagios en la ciudad. Sin embargo, recuperarse del maltrato del que fue blanco en redes sociales y a través de Whastapp es más difícil y doloroso. A las dos horas de que la doctora Analía Chumpitaz le confirmó que estaban infectados, comenzaron a llegarle mensajes a su teléfono celular. Habían usado su foto de perfil de Facebook y otras que la mostraban junto a su familia.

Las acusaciones eran varias: desde que había contactado a sus padres y abuela a sabiendas de estar enferma, que no habían tomado los recaudos preventivos, hasta que era amante de su esposo, quien iba y venía de Buenos Aires debido a esta situación sentimental. “Mi mamá me llamó llorando, habían esparcido todas esas mentiras por todos lados”, comentó. Unos días después, escribió un encendido texto en su perfil en donde graficó: “Armaron una carnicería con mi familia”.

“Me impactó mucho lo que pasó, tanta gente desconocida hablando de mí y de mi familia, mintiendo. Siempre se dice que la gente odia pero me pregunto: ¿tanto odio tenés dentro?, ¿es para tanto?”, cuestionó. “Con esto que nos pasó tomé conciencia que la gente está deshumanizada, que tenés que estar en una vereda o en otra, que nadie se pone en el lugar del otro, que son incapaces de pensar que no nos quisimos enfermar. La gente tiene que ser más humana”, consideró y apeló a descubrir los “grises” en el pensamiento y evitar los dogmatismos.

Después de atravesar la experiencia de recibir hasta deseos de muerte, y profundizar días y días sobre la reacción agresiva de la gente, Mariana piensa que el Estado ha tenido alguna influencia. “Desde el principio han instalado de que si te cuidás, cuidás al otro, que si tenés cierta conducta y no otra te contagiás, y bueno, se interioriza esta especie de responsabilidad individual. Nosotros con mi marido y mis padres hicimos todo lo que se dice en cuanto a prevención y nos enfermamos. Si se culpabiliza desde el mismo Estado, ¿qué más se puede esperar?”, terminó.