Entre la larga lista de incertidumbres generadas a partir de la llegada del coronavirus, una de las incógnitas de las que se habla por estos días es qué ocurrirá con la temporada de verano. Las vacaciones están en duda, ya que todavía se analizan los protocolos para habilitar el turismo en la costa argentina, y en ese sentido habrá que ver las determinaciones que toma cada jurisdicción que suele recibir turistas durante el verano (esto en conjunto con el factor económico, que en un contexto de crisis resulta determinante). Sin embargo, para aquellos que aman veranear en la playa podría haber otra alternativa: las piscinas con arena.

Se trata de una tendencia creciente en Europa que estaría llegando a la Argentina. Las piletas de arena, también conocidas como "piscina-playa", constan de una pileta con arena compactada a su alrededor, para que se pueda caminar por allí experimentando una sensación al menos parecida a la de estar en la playa. 

El tiempo de construcción para una de estas piscinas depende de factores como las dimensiones, el clima y los objetos deseados para ambientarla, que pueden ser rocas, plantas o palmeras, y el proceso podría demorar aproximadamente entre 30 y 45 días. 

El mantenimiento de estas piletas es igual al de las piscinas tradicionales. Y para limpiar la superficie con arena, se pueden utlizar máquinas de agua a presión.

El agua de estas piletas estaría al mismo nivel que la arena, creando así un efecto espejo estéticamente atractivo y permitiendo que el agua se desborde sobre la arena como ocurre en la playa. También la construcción incluye una bajada hacia el fondo, para que se pueda ingresar o salir como si fuera el mar. 

Ahora bien, los precios de estas particulares piscinas no son para cualquiera. Mientras que en España una piscina de hormigón cuesta entre 9.000 y 12.000 euros, el precio de las piscinas de arena empieza a partir de los 18.000 euros. En Argentina se pueden encontrar constructores que ya ofrecen este tipo de piletas para el verano.