En pocos días del nuevo año 20201, la crisis mundial, empujó a 300 indígenas venezolanos waraos a emigrar hacia Brasil. Lo confirmó la ONG Kapé Kapé la casica warao de uno de los abrigos de Pacaraima en Brasil, Toedolinda Moraleda.
La extinción de las etnias venezolanas es aterradora, ante lo cual no hay respuesta del Estado venezolano ni siquiera por parte de la Ministra de Pueblos Indígenas, Yamilet Mirabal o de Aloha Núñez, Vicepresidenta de Pueblos Indígenas del PSUV y Coordinadora General del Movimiento Indígena Unido de Venezuela.
Kapé Kapé dice que “el aumento diario de los productos, la escasez de gas de doméstico y la falta de atención gubernamental, fueron algunos de los factores que llevaron a decenas de personas de las comunidades de San Francisco de Guayo, Santa Rosa de Araguao, Araguaimujo, Jubasujuru, Cangrejito, Aunaburu, Siawani y Muaina del municipio Antonio Díaz, del estado Delta Amacuro, a emigrar a principios de este nuevo año”.
La vocera del abrigo Janokoida, municipio Pacaraima, explicó que al territorio brasileño “casi todos los días están llegando hermanos waraos, llegan caminando y con hambre y rápidamente las autoridades los atienden”.
El 3 de enero ocurrió la muerte del indígena Salvador Franco, estando preso bajo custodia del estado venezolano, quien fue detenido hace más de un año por el caso de la Operación Aurora.

El indígena se enfermó, sin recibir asistencia médico asistencial, en la cárcel no les daban alimentos y su familia estaba a muchos kilómetros de Caracas, fue presentando un cuadro de desnutrición. Franco murió en la cárcel.
Una de las informaciones que recibió la ONG es que “75 personas entre mujeres, hombres y niños llegaron el pasado viernes 8 de enero a la frontera que aún se encuentra cerrada, sin embargo, fueron atendidos por los militares y representantes de ACNUR con el debido protocolo de seguridad por el Covid-19 para luego ser ubicados en los refugios distribuidos en Boa Vista, Pintolandia, Jardin Floreste o Janokoida”.
Los niños
Uno de los factores que inciden en lo que ocurre con los indígenas venezolanos es la situación de los niños. Así lo determina una nota de Kapé Kapé que da cuenta cómo “con sus hijos en el regazo, las madres waraos frecuentan las panaderías y otros centros de ventas en búsqueda de ayuda, mientras los niños waraos andan en grupos correteando las adyacencias de las ventas de alimentos”.
Destaca que “las fundaciones de carácter humanitario reportaron el incremento de las personas que requieren ayuda diaria de las ollas solidarias. En las últimas semanas de 2020, tres de las organizaciones perfilaron su acción en ofrecer platos de sopas a los niños en situación de indigencia”.
Finalmente, según cuenta Infobae, describen la dantesca situación de la población flotante que crece sin escolaridad y sin muchos derechos. “La organización religiosa en pro de los derechos indígenas Dani Consolata lleva cada 15 días ollas de comida hasta el relleno sanitario municipal, lugar donde pernoctan más de 60 niños con sus familias en calidad de recolectores de desechos reciclables para la venta”.



