Vecinos de la zona sudoeste de Rosario se manifestaron este lunes al atardecer para reclamar mayor seguridad ante la “insostenible” ola de delitos que los aqueja.

La concentración fue en Callao y Arijón pero llegaron personas no sólo del barrio Las Delicias sino de otros, muchos de ellos víctimas –o familiares– de asaltos, arrebatos o escruches.

Natalia relató desde el móvil en vivo de Telenoche (El Tres) en el lugar el episodio que sufrió su hijo “el 30 de octubre, un día lunes a las dos de la tarde”, cuando fue abordado por otros adolescentes que lo apuñalaron para robarle el celular.

“Él forcejeó, eran tres, uno le decía a otro 'apuñalalo', otro le tiró un piedrazo, después salió corriendo y no podía respirar, ahí se dio cuenta que tenía una puñalada”, detalló.

Es un desprecio por la vida, no les importa nada, por un celular puede perder la vida un chico de 17 años. La Policía lo calificó como intento de homicidio. Fui a Fiscalía y llevé la ropa y (imágenes de seguridad de) una cámara que me dio una empresa; ellos no tenían nada todavía”, agregó.

Otro papá de un chico asaltado se quejó de que “si los ponen presos –a los delincuentes que por lo general actúan– no les pueden hacer nada porque son menores. Esto es inadmisible, tiene que cambiar, no da para más”.

Una vecina cuestionó que la Policía “hace operativos para pedir documentación de un auto pero donde tienen que estar no están, y nosotros tenemos que salir con todos los cuidados del mundo, uno escucha cualquier ruido y tiene que estar atento”.

Otra mujer advirtió que los asaltantes “a los chicos los tienen de hijos” y expresó: “Tenemos que llevarlos e ir a buscarlos a la escuela. No se soporta más, no puede ser que no puedan salir tranquilos a la calle. La comisaría 21ª no tiene patrulleros, ni teléfonos, ni dónde hacer la denuncia. Está a ocho cuadras Jefatura y no tenemos patrullajes, es una vergüenza”.

En ese marco de la entrevista en vivo, justo pasó una camioneta policial por Arijón, lo que causó sorpresa entre los manifestantes, que ensayaron un irónico aplauso ante la aparición de la fuerza.