La anécdota es conocida. Gustavo Bazterrica le pregunta a Cachorro López: “A este saltimbanqui, ¿de dónde carajo lo sacaste?”. La mirada estaba puesta en Miguel Abuelo. Tras un exilio en Europa, que incluyó intemperies y arrestos varios, el juglar del rock argentino había vuelto al país con la idea clara de refundar Los Abuelos de la Nada, la banda que pergeñó una tarde de 1968 junto a Pipo Lernoud.
“No te confundas aguantalo a Miguel, cuando lo conozcas bien, te vas a dar cuenta de que él es la vida”, fue la respuesta del bajista. Ésta y otras anécdotas se desprenden del libro Miguel Abuelo, el paladín de la libertad, del periodista Juanjo Carmona.
Miguel Abuelo murió de Sida, un 26 de marzo de 1988. Justo este martes se cumple un cuarto de siglo. Autor irreprochable, dueño de una capacidad para reinventarse de la Nada y, también, de chocar con el todo.
"Un gran creador", así lo define el historiador Sergio Pujol en diálogo con Rosario3.com. El también ensayista se refiríó al cantante y compositor en el marco de una entrevista más amplia sobre rock y dictadura.
"Una figura ambigua en momentos donde no había un planteo sobre identidad sexual y cuestiones de género como lo hay hoy. Era un clown en el mejor sentido de la palabra. Lamento que el disco Et nada no parazca en las encuestas", explica el también periodista.
"Su figura no recibió el reconocimiento que debía. Su música fue una bocanada de aire fresco. Había una cosa lúdica, de fiesta, que reñía con la idea del rock progresivo que había imperado en Argentina en la segunda mitad de la década del setenta", completa.
Hombre desprendido, un día en la casa de Pappo, el Carpo le dijo que quería hacer blues. “¡Blues! ¿Blues? No, bebé, a mí no me digas blues que tengo una coctelera en la cabeza que no me banco, tengo una cantidad de circuitos funcionando a full y los quiero poner en marcha, y me querés meter la cabeza dentro del cajón del blues; yo me siento con capacidad para hacer una cosa diferente”, según relata el libro de Carmona. Acto seguido, le dijo: “Tomá, te regalo Los Abuelos de la Nada”.
Miguel Peralta nació en un hogar pobre. Nunca conoció a su papá y como su mamá Virginia se enfermó de tuberculosis, el futuro poeta del rock pasó los primeros años de su vida en un reformatorio para menores.
Fueron las lecturas, su amor por el folclore y su gesto pendenciero los que le abrieron caminos. Contar su vida es casi una epopeya. Las continuas batallas con su ego y con otros egos -Charly García, Andrés Calamaro- suman una cantidad de historias que agigantan la dimensión de sus composiciones. Para muestra, basta un pequeño ejercicio de algo más de tres minutos: escuchar “Mariposas de madera”.


