Este miércoles se cumplen dos años del mayor desastre natural que padeció Estados Unidos en su historia: el huracán Katrina azotó el sur y centro del país, ocasionando alrededor de 1.600 muertos, la inundación casi
completa de Nueva Orléans y graves destrozos en los estados de Florida, Bahamas, Lousiana y Mississippi.
Aunque el presidente George W.Bush declaró de inmediato a Lousiana y Mississippi como "zonas catastróficas", la ayuda llegó tarde y mal: la comunidad afroamericana denunció ser discriminada y el Consejo Nacional de la Raza (NCLR) alegó que los latinos damnificados fueron marginados por el gobierno.
A dos años del paso del huracán, sólo la mitad de los residentes ha podido regresar y salvo los lugares destinados a los turistas, todo sigue casi en ruinas.
El Katrina fue el quinto huracán del Atlántico durante 2005 y el segundo que alcanzó la categoría 5 en esa temporada; fue también el sexto más fuerte desde que hay registros. Tocó tierra en Lousiana el 29 de agosto como huracán categoría 4, y a pesar de que se desvió ligeramente de Nueva Orléans, produjo allí una enorme devastación debido a que el dique no resistió y las aguas del lago Pontchartrain entraron en la ciudad,
inundándola en un 80 por ciento.
Por los daños producidos, se convirtió en uno de los huracanes más devastadores de Estados Unidos en la historia reciente, y en el mayor desastre natural en la historia de ese país: se estima que sólo en Nueva Orléans causó daños materiales por 75 mil millones de dólares y la muerte de 1.422 personas.
Katrina se formó en Bahamas el 24 de agosto de 2005, tocó tierra al norte de Miami el 25, como huracán de categoría 1 y causó allí graves inundaciones, once muertos y falta de energía eléctrica para más de un millón de residentes. Entre el 26 y 27 de agosto, en el Golfo de México, se convirtió en huracán de categoría 5, con vientos sostenidos de 280 km/h y una presión central de 902 hPa (676,4 mm de Hg).
El 28 de agosto el sistema se debilitó levemente justo antes de volver a tocar tierra en las costas de Lousiana, adonde llegó el 29 de agosto como huracán de categoría 4. La presión que ejerció abrió las grietas del dique que separa a Nueva Orléans del lago, y el 80 % de la ciudad fue inundada.
Poco después, Katrina ingresó en Mississippi, donde desvastó a Biloxi y Gulfport, entre otras localidades. El 30 de agosto pasó por Tennessee y Kentucky donde algunos condados fueron declarados "zona de desastre", y llegó a Ohio. Un día después los restos del sistema afectaron Virginia Occidental y el noreste de Estados Unidos con inundaciones, tras lo cual pasó a Canadá, donde el 1 de septiembre se desintegró.
Si bien el 28 de agosto se había ordenado la evacuación completa de la ciudad de Nueva Orléans, muchos se quedaron parapetados en sus casas sin prever que el lago se la tragaría. Tras el huracán, la imagen era desvastadora: el 80 por ciento de la ciudad estaba bajo 7 metros de agua; toda su infraestructura era inhabitable; no había luz, ni gas, ni agua potable, ni alimentos; los cadáveres flotaban a la deriva y hubo vandalismo.
El desorden civil fue de tan grandes proporciones, que se implantó la ley marcial durante varios días. La rotura de una sección del dique había hecho que el nivel de agua aumentase en vez de disminuir, y fueron vanos los esfuerzos para remediarlo arrojando bolsas de arena desde helicópteros. Debido a esto y al empeoramiento de las condiciones de vida en los albergues, donde el fantasma de la hepatitis, el cólera y la fiebre tifoidea comenzaba a cobrar cuerpo, la gobernadora de Lousiana, Kathleen Blanco, ordenó la evacuación de todos los
residentes de Nueva Orléans.
La parsimonia del gobierno de Bush en afrontar la crisis fue muy criticada a nivel local e internacional: nadie podía
explicarse cómo la primera potencia mundial no podía resolverla. En Lousiana hubo durante meses un millón de personas sin energía eléctrica. En Missisipi, Alabama, Tennessee y Kentucky, hubo similar número de afectados y centenares de muertos.
Katrina interrumpió además la producción y refinado de petróleo en el área del Golfo, donde al menos 20 plataformas se perdieron; y anuló el festival Southern Decadence, el segundo más importante después del célebre Mardi Gras, que debía celebrarse el 31 de agosto.
Fuente: Télam