Matías Manna (@matiasmanna)
En fútbol puede pasar lo mismo. ¿Quién no sabe que para defender bien el equipo debe contener buena organización cuando el rival tiene la pelota en su poder? ¿Al hombre o en zona?, La diferencia durante el juego (exceptuando a las acciones de balón detenido, corners, tiro libres) no es clara. Los equipos que no persiguen al rival y no plantean diez duelos individuales por todo el campo, suelen respetar otros espacios pero rápidamente pasan a defender al hombre cada vez que se aproxima el peligro.
Los que lo hacen terminan caídos en el argumento de Jorge Valdano: “Quien marca al hombre corre por donde el rival quiere. Esa cacería tiene por finalidad capturar un enemigo, más el medio usado convierte al marcador en prisionero. Es el adversario quien dispone del esfuerzo y del espacio. “Tú me sigues, pero vas donde yo quiero”.
“Si nos organizamos, defendemos todos”, podrían cantar muchos defensores centrales en el fútbol argentino. El espíritu del canto es que lo hagan todos y no solamente algunos. Es lo que suele pasar cuando se elaboran las organizaciones defensivas pensando en duelos individuales o corriendo por detrás al poseedor del balón.
Como el juego no se puede separar en momentos, defensa y ataque son indisolubles. Por cómo defienden los equipos, tendrán un mejor o peor momento ofensivo. No resulta fácil pensar en un buen ataque tras persecuciones por todo el campo ante un rival con tenencia del balón. Muchas veces los jugadores quedan en posiciones que no son sus habituales. A partir del momento de recuperación, no pueden responsabilizar un ataque pertinente.
El juego en zona, nos parece la mejor opción para que los equipos puedan tener una organización sólida y continua en defensa. El progreso real se hará con un plan que varíe según el rival pero que tenga nociones y conceptos idénticos en el desarrollo de los partidos. Luis Aragones defiende que “el rival sin balón es secundario. Hay que presionar a quien la tiene y sus compañeros quedarán en fuera de juego”. Johan Cruyff afirma que la presión debe ejercerse sobre la pelota, no sobre el jugador”.
El portugués Vitor Frade dice que se hace presión para que el equipo adversario pierda líneas de pase. Y eso sólo se consigue reduciendo los espacios”. La reducción de espacios es algo bastante impensado en un equipo que intente perseguir a su contrario o encajar en los diez duelos individuales.
Según Nuno Amieiro, autor del libro “Defen en zona en el fútbol”, tres presupuestos tácticos fundamentales de esta organización defensiva: los espacios como gran referencia de marcaje, la posición del balón y, en función de ésta, la posición de los compañeros como principales referencias de posicionamiento. Si están correctamente articuladas, nos permiten obtener superioridad posicional, temporal y numérica.
Otro portugués, el profesor Julio Garganta, sostiene que “la defensa en zona tiene que ver con la noción de conjunto, con la idea de colectivo. La zona es defender como un tejido y no como un conjunto de células. En el tejido, la individualidad celular se diluye en el colectivo, lo individual sólo existe en el conjunto. Es un tejido inteligente que va induciendo adaptaciones en el rival, o sea, va adoptando formas y movimientos en el sentido de conseguir sacar ventaja con ello” Si la organización en zona, se hace bien y está bien interpretada, es una forma de sublimar a la inteligencia colectiva. La defensa individual es una forma más automática y más reactiva de defender.
Ya que miramos programas televisivos (por Youtube ) de Bernardo Kliksberg, mucho más que el Messi de la ciencia argentina, también disfrutamos del documental “Fútbol, la inteligencia colectiva” de Jean Christophe Ribot que hace en entender el juego desde una perspectiva sistémica. El mismo presente similares nociones a las líneas marcadas por Garganta, entienden al entrenador como alguien capaz de provocar el “cerebro común” (Pierre Levy) en un equipo de fútbol. La acción colectiva en una defensa organizada, velando por el interés de todos, es la que puede permitir el progreso real de los equipos. Los que no creen en la inteligencia colectiva, seguirán imponiendo por norma las condiciones dentro de un sistema que prioriza lo individual.