Estaba caliente la final. Real y Unión, dos de los clubes de Arroyo Seco, definían este miércoles a la noche la Liga Regional del Sud, y a falta de pocos minutos para el final se desató en plena cancha una verdadera batalla campal entre jugadores, hincha y la policía.

El partido venía caldeado por una serie de fallos arbitrales cuando el Real había logrado empatar 2-2 –se llevaba el título tras ganar el choque de ida–, y un roce entre dos jugadores hizo que el resto de los jugadores, incluso los del banco, intervinieran enseguida y se armó la hecatombe.

La situación se descontroló más aun cuando comenzó a ingresar gente desde las tribunas al campo de juego, tras lo que la policía decidió disuadir con balas de goma, pero algunas de éstas fueron a parar a la platea, causando heridas a gente que nada tenía que ver con los disturbios.

El total de lesionados fue superior a 25, entre ellos dos oficiales, un joven entrenador de divisiones inferiores que fue derivado a Rosario y dos chicas de 16 y 19 años que estaban sentadas en la platea. Su tío denunció en Radio 2 que “de manera inexplicable” se desató esa represión sin ningún tipo de discriminación sobre a quién iban dirigidos los disparos.

El encuentro fue suspendido cuando faltaban jugarse cinco minutos más el tiempo de descuento, y aún no se determinó cómo seguirá la historia en el plano futbolístico.