La ciudad y sus lugares recortados por un lente, perimetrados por la mirada del fotógrafo. Ése es, en parte el epíritu de la colección de libros de fotografía contemporánea que presenta la Editorial Municipal de Rosario.
Los dos primeros títulos de ese seriado son El centro, de Paulina Scheitlin, y La noche, de Luis Vignoli, que se presentan en sociedad este miércoles, a las 19 en el CEC Vinilo Café, en Paseo de las Artes y el río, con entrada libre y gratuita.
"Comenzamos a trabajar en la selección de imágenes en el mes de marzo y de un total de 200 fotos, quedaron cerca de cuarenta", señala el diálogo con Rosario3.com Paulina Scheitlin. Las capturas revelan la atmósfera solitaria de hoteles, clubes, bares, pequeños talleres y comercios del centro de Rosario. Son imágenes con cierto aire vintage, que remiten a por lo menos 30 años atrás. Sin embargo, son lugares que existen en la ciudad, sólo unos pocos ya no están más.
"Me gusta tomar fotos de ciudades como Buenos Aires, Montevideo, y Rosario, claro. No busco conscientemente algo. Sólo voy con la cámara en mano hasta que me encuentro con lugares atemporales”, completa la artista, que se define como una “voyeur urbana". "Robo la imagen y me voy”, señala.
El libro compila fotos analógicas a color en las que aparecen rincones y vidrieras de lugares de la ciudad, como la peletería Federico, de calle Maipú entre Córdoba y Rioja, un lugar al que la fotógrafa le tiene un particular cariño por su estética.
Vida nocturna
La noche, de Luis Vignoli, recupera los ámbitos e historia de la vida nocturna rosarina en los 90. Como una suerte de Nan Goldin, el reconocido fotógrafo puso su cámara para tomar, como el mismo dice, "imágenes desde la misma pista de baile".
Vignoli, fotógrafo social del desaparecido boliche Púrpura, recorrió lugares como el Bar del Mar o Contrabando que ya no existe. Esa incursión le permitió hacerse de una gran cantidad de fotos de la fauna nocturna que hasta hoy estaban inéditas.
La cámara capta el plano con un gran angular a la altura del ojo, estampa el flash sobre raso elastizado y el pelo y la piel desnuda quedan registrados. El ojo se mete detrás de la barra, en los baños, o en la cabina del DJ donde se retrata una realidad festiva, distinta a la de éstos tiempos, con más rock y música electrónica que reggaetón.