De oro. De una importancia vital. Por eso el festejo desbordado de Pizzi y sus ayudantes, de los jugadores en el centro del campo y de los hinchas, esos que coparon Mar del Plata y lograron que Central se sintiera local a orillas del mar. Sufriendo más de lo que le ofreció el trámite, desaprovechando su momento para cerrarlo antes pero, al cabo, ganando. Que en esta recta decisiva es francamente lo que más importa.

El conjunto de Juan Antonio Pizzi le ganó 2 a 1 a Aldosivi en el estadio mundialista de La Feliz y alcanzó a River en la cima de la B Nacional hasta que se presente Instituto ante Boca Unidos. Lo selló a tres minutos del final a través de su pieza principal de la campaña, el goleador del torneo, Gonzalo Castillejos, quien volvió a poner arriba del marcador a un equipo que empezó como para triturar a su rival y poco a poco se fue desinflando hasta quedar al borde del empate, que a esta altura del certamen luce insuficiente para sostener las aspiraciones de ascenso directo.

Sólo cinco minutos le bastaron a la formación de Arroyito para colocarse en ventaja: Antonio Medina armó un jugadón por izquierda y se escapó sólo ante Campodónico, que cubrió mal el primer palo y le permitió al chaqueño tocar suave al gol. Incluso antes de eso ya había exhibido la Academia sus intenciones: Biglieri desbordó por derecha, mandó un centro bajo y el propio Medina no pudo ante el arquero. Rápido y furioso, el conjunto auriazul ganaba desde el vestuario.

Hasta los 30 minutos de juego, Central fue superior y de hecho pudo lograr el segundo. Pero poco a poco el Tiburón fue haciendo pie en el desastroso campo de juego y logró que el dominio auriazul mermara. Igual, lejos estaba de inquietar a García y de hecho los canallas tuvieron la más clara antes del pitazo de Maglio: en una contra furibunda, a los 47 minutos, Castillejos estrelló al pelota contra el palo. Fin de la primera etapa y sensación de que si el conjunto rosarino se lo proponía, lo liquidaba.

Pero sucedió lo contrario: a los 10 minutos del complemento, y después de que Castillejos cabeceara a las manos del golero un centro genial de Medina, Piñero Da Silva capitalizó una llegada aislada al área visitante y vulneró a García poniendo el 1 a 1. De repente, Central se encontró inmerecidamente en igualdad en el marcador y debía volver a intentar plasmar en la chapa la supremacía evidente en el juego. Y le costó.

Los ingresos de Carrizo y Monje cambiaron la fisonomía del ataque de la Academia, que siguió buscando pero fue presa de sus nervios y de la fiereza defensiva del oponente. Fue una y otra vez a puro choque y daba la sensación de que cada avance de uno y otro equipo se neutralizaba en tres cuartos. Encima, a los 37 se fue lesionado Lequi y el panorama se oscureció. Pero había un invitado que estaba por llegar: el gran goleador del campeonato.

A los 43, Castillejos recibió en la puerta del área, pivoteó a la derecha para la llegada de Ferrari, que se metió en el área y envió un centro flotado que encontró la cabeza del propio Gonzalo, quien luego de imponerse físicamente metió un testazo que desató el delirio de cada uno de los canallas presentes en el estadio. Después, casi no quedó tiempo para más: Aldosivi no tuvo tiempo de esbozar una reacción y Central congeló las acciones en campo ajeno. El pitazo de cierre desató la locura en las tribunas y la euforia del plantel, que se unió en la mitad de la cancha celebrando haber sumado un nuevo eslabón a la cadena que, quizás, esta vez sí lo devuelva a primera.