Se mancó. Tropezó cuando no debía. Y el golpe resultó bien duro. Central volvió a perder, esta vez en su cancha y ante el último de la tabla. Y además de haber dejado el invicto en su reducto, lo que era bastión de su campaña, dilapidó la ventaja de poder llegar a la última fecha dependiendo de sí mismo para conseguir el ascenso directo. Una decepción gigante.

Fue 3 a 1 para la formación tricolor, que llegó a Rosario casi con aires de convidado de piedra. Y con la urgencia de sumar para no caer al descenso. En pocas mentes, quizás las más pesimistas, cabía semejante desenlace. Pero es así de duro y de real: el último le ganó al primero, David venció a Goliat. Y ahora habrá que ir a buscar el triunfo a San Juan y esperar otros resultados para no tener que jugar la promoción.

Tan frío como la lluvia fue el primer grito visitante, que llegó a los 40 minutos del primer tiempo y a través de una salida defensiva con un pelotazo de Chaca: Ereros le ganó la posición a Lequi y sacó un remate viboreante que venció la floja resistencia de García. Era injusto que perdiera el Canalla, que había tenido el dominio del balón y las dos más claras: la de Medina, en el área chica a los 5 minutos, y el cabezazo de Castillejos en el travesaño a los 34’.

Pero el entretiempo lo encontró abajo en el marcador. Y lo obligó a modificar todo. Le salió bien el lavado de cabeza a Pizzi porque a los cinco minutos Castillejos empardó todo con un cabezazo, aunque la fortuna no estaba decididamente del lado auriazul, ya que dos minutos más tarde Ereros volvió a ganar el balón en el área tras una mala salida canalla y con un disparo bajo volvió a poner en ventaja a los de San Martín.

Ese grito, que retumbó en las voces millonarios y cordobesas, desató los nervios de la Academia, que siguió empujando aunque sin claridad. De todas maneras, tuvo sus chances para empatarlo de nuevo: a los 17’, Castillejos lo perdió mano a mano; a los 28’, Toledo estampó un cabezazo en el travesaño; a los 29’, un tanto anulado (mal anulado) a Valentini por offside de Lequi, que no tocó el balón; y una más de Toledo, a los 42’ y nuevamente cara a cara con Tauber.

Y, se sabe, cuando se pierden tantos goles de un lado, se sufren del otro, y Chacarita encontró lo que ya había desperdiciado dos veces: ya en tiempo adicionado, Rossi quedó solo ante García y sentenció la historia. Hubo silbidos de los hinchas, que entienden que aquí Central dejó pasar la mejor de las ocasiones. Ahora, habrá que ganar en San Juan y rogar para que no ganen Instituto ni River para conseguir el ascenso directo. Un ejercicio penoso que, pensaban hasta hace algunas horas, no iban a tener que superar.