Flojo. Inconsistente. Y en retroceso. Así se mostró Central en esta mañana bahiense, donde se quedó nuevamente con las manos vacías. El elenco de Russo perdió 2 a 0 con Olimpo, por la sexta fecha de la B Nacional, dejando la misma preocupante imagen que se había visto en Banfield. Y sus hinchas, en la tribuna, les tiraron la bronca por la irregularidad.

El efecto anímico de la victoria ante Nueva Chicago duró solo dos minutos, porque a los 120 segundos de partido ya Olimpo estaba en ventaja. Marcelo Vega tomó el balón en el vértice izquierdo del área tras una recuperación en el medio, enganchó y la clavó en el ángulo derecho de Caranta. Y desde allí, todo se hizo cuesta arriba para los de Arroyito.

El tanto hizo retroceder las líneas bahienses y Central se plantó de mitad de cancha hacia delante, con Domínguez y Méndez distribuyendo hacia los erráticos Bécker y Lagos y el flojo Javier Toledo. Los rosarinos buscaron, tocaron, esperaron pero no hallaron el hueco por donde vulnerar a los defensores locales, que sufrió solo dos veces en el primer tiempo: a los 22’, tras una buena ocasión colectiva que no pudo resolver Costa, y en la última de la etapa, con el propio Costa llevándosela por delante tras un centro. Poquito.

En el complemento nada cambió: ni la postura de Olimpo de esperar agazapado la contra, ni la falta de aceleración y claridad de Central, que como en todo el campeonato retrocedió mal tras una pérdida de balón en ofensiva y sufrió el segundo mazazo. De réplica, tras una veloz jugada por la izquierda de la defensa, Gutiérrez capitalizó un centro y con un tiro bajo puso el segundo. Un puñetazo del que ya Central no podría reponerse.

De allí al final, más de lo mismo. Solo se cuentan como anécdota la detención momentánea del pleito por los insultos de los hinchas canallas a sus jugadores y una ocasión que pinta de cuerpo entero el flojo nivel de los atacantes auriazules, una de las claves de la posición lejana a la cima que ocupa la escuadra centralista: la ocasión que Bracamonte, sustituto del tibio Toledo, desperdició en el área chica definiendo con torpeza ante Champagne y enviando la pelota diez metros lejos de la valla.

Volvió a retroceder, Rosario Central. Y lo hizo varios casilleros. Nuevamente fue el conjunto insulso y permeable del inicio de torneo, aquel que perdió con Sarmiento, no pudo vulnerar a Huracán y tropezó sin atenuantes con el Taladro. Si bien van apenas seis fechas y resta mucho por jugar, el equipo de Russo no da señales individuales ni colectivas de estar evolucionando. Y allí está, obviamente, lo más preocupante.