Para aquellos que han perdido gradualmente la visión (en oposición a los que nacieron con pérdida completa o que desarrollaron la pérdida de forma súbita), una empresa alemana llamada “Retinal Implant AG”, tiene en fase de experimentación un pequeño implante electrónico que se introduce en la retina: la capa más interna del ojo, y que contiene los fotoreceptores que permiten captar los estímulos lumínicos del entorno para que luego éstos puedan ser convertidos en impulsos nerviosos y ser conducidos a nuestro cerebro.

En un universo de 11 pacientes con una condición llamada retinitis pigmentosa (una enfermedad relativamente común en casos de ceguera causada por defectos genéticos y que de a poco produce la pérdida de la visión periférica y, en estadios muy avanzados, ceguera total) se implantó quirúrgicamente este pequeño aparato vía transcoroidal (la coroide es la capa inmediatamente contigua a la retina) para colocarse en el estrato neuroepitelial (donde se ubican los fotorreceptores) y se alimentó eléctricamente mediante otro implante detrás de la oreja.

El implante con electrodos busca electroestimular los fotoreceptores para que vuelvan a recuperar su capacidad, y han visto pacientes con buenas mejoras en su visión además de que ninguno presentó efectos adversos luego de la intervención.

Se espera que distintas Universidades como el MIT y Stanford comiencen con sus propias pruebas de esta tecnología para poder contribuir al desarrollo de la misma, que aún está en pañales. Mientras tanto, Retinal Implant AG planea hacer su segundo estudio el próximo año, y hacer una presentación de sus resultados en la Asociación para la Investigación en Visión y Oftalmología

“Cuando el microchip fue encendido, inmediatamente pude distinguir la luz de la oscuridad y ver los contornos de objetos. Mientras me acostumbraba al implante, mi visión se recuperó dramáticamente. Pude empezar a formar palabras a partir de letras, incluso corregir cómo se escribe mi nombre. Reconocí objetos como un plátano, y pude distinguir entre un tenedor, un cuchillo y una cuchara. Más increíblemente, pude reconocer las formas de las personas y diferenciar alturas y movimientos de brazos desde seis metros de distancia”, expresó uno de los participante de los ensayos, un paciente finlandés de 45 años al que el chip le fue implantado directamente en la mácula, la zona de mayor agudeza visual en la retina humana, y los cambios fueron notorios en comparación con los otros pacientes.

Fuente: Med Gadget