Los especialistas sostienen que es fundamental que la población tenga conocimiento e información con respecto a los "objetivos" de la salud pública, como consecuencia de la epidemia de sobrepeso y obesidad imperante en la actualidad, pero también a raíz del estrés -fomentado sobre todo por las actividades laborales y las crisis económicas- pero también debido a la gran cantidad de hábitos nocivos a los cuales se puede suscribir. Esto quiere decir que tanto las mujeres como los hombres deben saber dónde poner el foco y qué aspectos de su vida diaria tienen que cuidar.



Dentro de éstos "objetivos" o targets, se encuentra el colesterol. Ocurre que este lípido o grasa de la familia de los esteroles está presente en todos los seres humanos no sólo porque el organismo lo produce, sino porque además los alimentos que se consumen tienen colesterol. 

Cuando el colesterol se asocia a proteínas y a triglicéridos forma partículas llamadas colesterol HDL (lipoproteína de alta densidad) y colesterol LDL (lipoproteína de baja densidad), que corresponden a los denominados "colesterol bueno" y "colesterol malo", respectivamente.

Si bien el nivel ideal o deseable de colesterol total -es decir la combinación de ambos- debe ser menor a 200 mg/dl, como consecuencia de diversos factores, éste puede elevarse ubicándose entre los 200 y 239 mg/dl (considerado el límite alto), o por encima de los 240 mg/dl, estadio ya considerado de alto riesgo. 

Sin embargo, la buena noticia en la cual los médicos se encargan de hacer hincapié no es menor: combinando ciertas medidas es posible bajar el colesterol y controlar otros parámetros lipídicos. 

"Existen muchas formas de ayudar a bajar el colesterol. Por un lado contamos con los fármacos que administrados diariamente tienen un impacto positivo de entre 40 y 50 por ciento, siempre dependiendo de la dosis y de la estatina que se utilice. Por otro lado, hay otra herramienta fundamental: las medidas higiénico-dietéticas que ayudan", refirió al ser consultada por PRO-SALUD News la doctora Cecilia Zeballos, jefa de Rehabilitación Cardiovascular del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA). 

"La dieta -basada, sobre todo, en la eliminación de los alimentos ricos en grasas saturadas- mejora el colesterol entre 10 y 13 por ciento, mientras que el ejercicio baja los triglicéridos, aumenta el colesterol bueno y disminuye el malo entre 1 y 3 por ciento", detalló la especialista.

En cuanto a la articulación de estas medidas, la doctora Zaballos explicó que siempre depende del caso. Si, por ejemplo, una persona tiene colesterol alto aunque no tanto, pero además no cuenta con antecedentes de enfermedad cardíaca, es posible comenzar el tratamiento instrumentando medidas como el ejercicio y la dieta, que igualmente siempre tienen que estar, aunque no administrando fármacos.

"En esos casos, se puede ´manejar´ un poco los tiempos e ir viendo qué ocurre con el paciente, cómo responde. Pero hay otros cuadros que son más severos en los cuáles directamente hay que comenzar utilizando medicación. Esto suele ocurrir cuando el paciente tiene antecedentes de enfermedad cardiovascular, enfermedad carotidea o cirugía cardíaca, entre otras patologías", completó Zeballos.

La especialista sostuvo que más allá de las circunstancias de cada caso, "siempre es importante abordar la patología lo antes posible, sobre todo porque pese a existir algunos estudios genéticos que permiten detectar si una persona tiene posibilidades de desarrollar enfermedades lipídicas debido, por ejemplo, a su carga genética, éstos son muy onerosos y no pueden aplicarse en toda la población". 

"Esto quiere decir que tenemos que trabajar sobre la prevención y la educación para bajar la prevalencia del colesterol que actualmente es del 34 por ciento, y para, dentro de lo posible, evitar la instancia de la medicación. Esto es importante porque una vez que se administran fármacos para el colesterol, luego es muy difícil retirarlos", finalizó Zaballos.



Fuente: Pro Salud News