A pesar de que a las 8 se abren la urnas, históricamente, el grueso de electores cumple con su deber cívico pasado el mediodía, ya sea por dormir un rato más el día no laborable o porque gran parte teme quedar “enganchado” como autoridad de mesa. Sin embargo, este domingo de elecciones a concejales en Rosario es especial debido a la persistente lluvia que azota la ciudad desde muy temprano. Y, sobre llovido, el viento era intenso y el frío, el del más crudo invierno.

El centro rosarino estaba despoblado mientras la lluvia no menguaba este domingo a la mañana. Muy pocos se animaron a enfrentar las condiciones climáticas adversas y con coraje y paraguas en mano, cruzaron el umbral de sus puertas para dirigirse a sus lugares de votación.

La escuela Liceo Avellaneda, ubicada en Córdoba y 1º de mayo, fue uno de los ejemplos de la escasa convocatoria que las elecciones tuvieron en la mañana. El patio mojado estaba vacío y en las aulas, sólo estaban las autoridades de mesa, donde las autoridades esperaban con mates calientes y diario en mano, la llegada de los primeros electores.

En el instituto Aricana, el paisaje era similar. Algunas personas llegaban con pilotos y bajo paraguas a emitir su voto y muchos se sentían aliviados al encontrar un ambiente calefaccionado. Un verdadero premio a la voluntad que los sacó de la cama.