Un año después de haber sido desarticulada la llamada “banda de los palieres”, que operaba en Rosario, dos hombres que integraban la organización delictiva fueron condenados. Se trata de Emanuel Martín, de 33 años, quien deberá cumplir una pena de siete años de prisión efectiva. Por su parte, Néstor Fabián Pereyra –de 37 años– fue condenado a tres años y dos meses de cárcel, también de cumplimiento efectivo.

Tras una investigación que encabezó el fiscal Nicolás Foppiani, la condena a los dos hombres –que no tenían antecedentes penales– fue resuelta por la jueza de la Investigación Penal Preparatoria (IPP), Irma Patricia Bilotta, en el marco de un juicio en el que se abreviaron los procedimientos.

Martín fue condenado por ser miembro de una asociación ilícita y por su coautoría en 20 robos agravados (por haber sido cometidos en poblado y en banda), en concurso real con privación ilegítima de la libertad agravada (por haber sido cometida mediante violencia y amenazas). Cuatro de esos 20 ilícitos fueron con arma blanca, mientras que en otro utilizó un arma de fuego cuya aptitud para el disparo no pudo acreditarse.

Además de la pena de cumplimiento efectivo, a Martín se le ordenó el decomiso de un vehículo marca Peugeot modelo 206 que fue utilizado para delinquir.

Pereyra también fue condenado por ser miembro de la asociación ilícita. Además, se lo condenó por dos hechos en los que fue coautor de los delitos de robo agravado (por haber sido cometido en poblado y en banda), en concurso real con privación ilegítima de la libertad agravada (por haber sido cometida mediante violencia y amenazas). Por otra parte, debió realizar un depósito de 20 mil pesos que se destinaron a reparar el daño que le ocasionó a dos víctimas.

Desarticulada

“La banda había comenzado a delinquir en agosto de 2015, y continuó hasta octubre de 2016, fecha en la que logramos desarticularla. Cometía delitos contra la propiedad y contra la libertad, bajo las modalidades conocidas como entraderas o escruches”, precisó el fiscal Foppiani. “Sus víctimas eran personas de la tercera edad cuya edad promedio eran los 79 años; en el 75% de los casos fueron mujeres; y siempre residentes en la zona céntrica de la ciudad”, agregó.

El funcionario del MPA calificó la investigación como “larga y compleja”. En tal sentido, remarcó que “no es sencillo llevar a juicio oral una causa en la que están involucradas personas de avanzada edad, porque no tienen la misma concentración que un joven y, lamentablemente, pueden enfermar o morir en el transcurso de la investigación, como pasó con una de las víctimas”.

Modalidad delictiva

Foppiani explicó cómo funcionaba la banda y el rol que cumplía cada uno de sus integrantes. “Martín es plomero gasista e ingresaba a los departamentos para realizar labores y reparaciones propias de su oficio. Lograba ganarse la confianza de los ancianos, sustraía las llaves y –con la excusa de salir a comprar materiales– se las llevaba y hacía un duplicado”, precisó el fiscal.

“Luego entraba en acción G. G. V., que era el organizador de la asociación ilícita y es hermanastro de Martín. Realizaba tareas de inteligencia para detectar potenciales víctimas”, añadió el fiscal. “Aprovechándose de la vulnerabilidad de las mujeres ancianas, G. G. V. las llamaba desde líneas descartables de telefonía celular o desde locutorios céntricos, y se hacía pasar por empleado de la Administración Nacional de Seguridad Social (Ansés) para obtener información sobre los hábitos de vida para saber si vivían solas o acompañadas”, relató Foppiani.

Según continuó el fiscal, “una vez que tenían individualizada la víctima, dos o más miembros de la banda ingresaban al edificio –cuidadosamente vestidos para no generar sospechas– con la copia de la llave que había hecho Martín. Uno de ellos tocaba el timbre en el departamento anunciándose como empleado del correo, mientras los otros se apostaban en el palier frente a la puerta. Cuando la víctima abría la puerta, los integrantes de la banda ingresaban por la fuerza y le exigían dinero y joyas”. Foppiani también remarcó que “en casi todos los hechos amenazaban a las mujeres y las golpeaban”.

“Mientras se perpetraba el robo dentro del edificio, Martín actuaba de vigía o campana. Brindaba apoyo externo, al tiempo que escuchaba la frecuencia policial a través de un handy para, en caso de ser necesario, alertar a los otros integrantes de la banda”, sostuvo el fiscal.

Foppiani concluyó que “consumado el robo, fundamentalmente de joyas y dinero en efectivo, llevaban los sustraído a una joyería del centro rosarino – propiedad de Gómez – quien recibía las alhajas y, a cambio, les daba dinero en efectivo”.

Otros integrantes

Además de Martín y de Pereyra, la asociación ilícita también estaba compuesta por Miguel Ángel Gómez –el joyero que recibía lo robado a cambio de dinero en efectivo– y Anahí Beatriz Álvarez –pareja de Martín–; los dos ya fueron condenados a tres años de prisión de cumplimiento condicional por encubrimiento agravado y por haber integrado la banda (además, le proporcionaban alojamiento en Rosario al jefe de la banda, cuyas iniciales son GGV).

También integraba la asociación ilícita –y perpetraba los robos de propia mano– un hombre cuyas iniciales son R. R. G. D., quien será juzgado en un juicio oral y público, cuya audiencia preliminar está prevista para el viernes 6 de noviembre.

Por su parte, G. G. V. (jefe y organizador de la asociación ilícita) es hermanastro de Martín. Residía en la ciudad de Mar del Plata y se trasladaba con regularidad a Rosario para cometer los ilícitos. También está previsto juzgarlo en un juicio oral y público, cuya audiencia preliminar fue pautada para el viernes 6 de noviembre.