Dos mujeres rosarinas que son pareja quieren tener un bebé a través de una inseminación artificial. Pero aunque insisten visitando consultorios con este pedido no les resulta tan fácil llegar a los métodos que les podría posibilitar alcanzar la maternidad.

 

En contacto con Radio 2, María, una de las integrantes de la pareja de lesbianas, manifestó que desde que formó su pareja "apareció el deseo de ser madre alguna vez”. “Al principio lo que más me importaba era dejar de alquilar y tener una vivienda segura y después planear la concepción”, contó Maria a Radio 2. Y agregó: “Ahora que nos estamos haciendo una casita me parece que ya es el momento de pensar en eso pero no resulta tan fácil conseguir un médico que quiera realizar la intervención”.

 

María tiene 29 años y actualmente está desocupada. Aunque estudió auxiliar de farmacia todavía no pudo emplearse bajo ese título. Vive con su pareja en Rosario y en poco tiempo tienen planeado mudarse a Villa Gobernador Gálvez.

 

“Hasta ahora tuve mucho miedo de recurrir a los especialistas porque en realidad casi siempre la situación es la misma: piden que hay un hombre que acompañe a la mujer, un acta de matrimonio, etcétera”, explicó María.

 

Consultado sobre este tema el doctor Julio Colabianchi manifestó en declaraciones a Radio 2 que “no hay normas que impidan que esto se lleve adelante sino que son los prejuicios de los mismos médicos y hasta de los legisladores los que impiden que se realice la intervención a estas parejas”.

 

En este sentido, Colabianchi tiene sólo tres requisitos a la hora de realizar una inseminación artificial: que la interesada sea mayor de edad, firme un consentimiento y que el donante sea anónimo.

 

“Es importante recurrir a un banco de semen para que esté garantizado que el donante sea anónimo y sea portador de ninguna enfermedad, como por ejemplo VIH o hepatitis”, aseguró Colabianchi.

 

Para el especialista que “los médicos se nieguen a realizar la intervención se debe a los gérmenes de discriminación que todavía están diseminados en un país al que le falta mucho por avanzar”.

 

Acerca de la posible discriminación que un hijo de dos madres puede tener en el futuro, María aseguró que tiene miedo pero que a su vez está preparada para traerlo al mundo y trabajar codo a codo con profesionales de la psicología. “Por suerte mi pareja y yo nos rodeamos de un ambiente que no sólo es respetuoso con la gente gay, sino que también es considerado con lo diferente en general”, concluyó María.