Cuando da la orden Eduardo Estévez, el director del Ojo, o Central de Información Criminal Operativa (Cico), un técnico habilita un mapa digital en la pantalla gigante de la pared y refleja con “manchas de calor” el registro de disparos de arma de fuego. El rojo se refleja con más fuerza en el extremo sur de Rosario, entre el barrio Las Flores y el inicio de Villa Gobernador Gálvez. “¿Por qué hubo tiros allí? Si no había un patrullaje cerca, ¿cuál fue la causa? Si hubo una irregularidad, hay que corregirla y si no repensar la estrategia de seguridad para mejorar la situación”, describe Estévez.

El secretario de Análisis y Articulación de Procesos, ese es su cargo dentro del Ministerio de Seguridad de Santa Fe, da un segundo ejemplo. Otro click en una de las computadoras de la sala operativa del Ojo y ahora aparecen decenas de patrulleros miniatura desplegados sobre la trama de la ciudad. Cada uno tiene información que lo identifica y señala si se está desplazando o no. Cada cinco segundos la pantalla titila y se actualiza. Ese tipo de información en tiempo real permite la inspección del trabajo policial. “Si en 20 minutos un móvil no se mueve nos preguntamos qué está pasando”, explica el ministro Maximiliano Pullaro.

Ya hubo un caso irregular detectado: un agente que salía de la cuadrícula (zona de la ciudad) que tenía asignada. Cuando investigaron, descubrieron que hacía adicionales en horas de trabajo. La central, que ya trabaja con 34 policías seleccionados de toda la fuerza más personal civil, coordinó una acción con la Secretaría de Control y solicitaron la sanción del uniformado. Si bien no es la función principal, la Central también facilita el combate de la corrupción policial. Y, así como desarrollan protocolos de acción ante la problemática de los disparos de arma de fuego en la vía pública, también podrán avanzar en esquemas que contribuyan a la Secretaría de Control de la Policía.

El Cico –u Ojo, como dice la señalética del espacio montado en el subsuelo de la Sede Gobierno sobre calle Moreno, ex Archivo de Prontuarios de la Policía- no reemplaza al 911 ni al centro de monitoreo de las cámaras de seguridad. Trabaja junto a esas estructuras. Mejor aún: son parte de sus fuentes para el análisis criminal (de los delitos ocurridos y el diseño de patrones que permitan la prevención) y las operaciones policiales (sobre todo un “despliegue inteligente” que reemplace al denominado “olfato policial”).

“Acá podremos hacer lo que no se hace en la Argentina en general, que es evaluar y generar políticas de seguridad”, promete Estévez, entre las 19 computadoras con doble monitor y de frente a las pantallas gigantes ubicadas de espaldas a calle San Lorenzo.

Cinco áreas

La Central de Información tiene otros cuatro sectores. En el medio del gran salón, pegado al operativo, están las “mesas de trabajo” en donde policías analizan temas por “comisiones”. En el otro extremo, hacia calle Santa Fe, las cabezas civiles o funcionarios políticos que diseñan y bajan las planificaciones generales.

Arriba, en un pasillo de la planta baja, se montaron boxes individuales y privados con el software i2 para cruzar bases de datos. Incluye todas las fuentes del Ministerio de Seguridad más otras como API, Catastro y de bases de datos nacionales. Además, desde una "sala de situación" se visualizan desde lo alto los tres sectores principales del subsuelo.

Ese último espacio fue pensado para otra de las funciones del Ojo. Alojar el trabajo de un comando para casos especiales: desde emergencias, eventualidades climáticas hasta el diseño de excepcionalidades como “el casamiento de Lionel Messi”, fue el ejemplo que dio Estévez. Es que las Unidades Regionales o nodos tienen jefes pero no estructuras pensadas para esa visión macro.

El fin de las comisarías

El nuevo centro de análisis criminal, con una inversión de 99 millones de pesos y 150 operarios, podría considerarse como parte de una segunda etapa de renovación de la Policía. Primero se montó una central de emergencias única. Como sintetizó Pullaro, “el 911 se comió el sistema de comisarías, ya casi nadie va hasta la seccional a hacer la denuncia, la mayoría puede llamar desde el celular”.

Otro paso fue el censo policial que permitió conocer los recursos humanos de la fuerza. Se ordenó entonces el patrullaje en 89 cuadrículas. Con el Ojo se busca añadir “inteligencia” a esos avances y hacerlo por capas: emergencias las 24 horas, “policiamiento predictivo” y servicios especiales. El segundo punto centrado en la prevención incluye sumar un software que permitirá, como ocurre con eventos meteorológicos, anticipar delitos por tipo, sector y horarios.

“El policiamiento predictivo generará una reducción de los índices delictivos y ayudará a atenuar la violencia en robos o casos interpersonales”, añadió Estévez.

El punto de llegada de la reforma policial es la construcción de siete “estaciones policiales”, una por distrito más una séptima para Villa Gobernador Gálvez. Allí se atenderá al público, se instalará el comando donde los policías tomarán el servicio y se crearán “puntos de ingreso” para los recién arrestados, hasta que Fiscalía determine qué ocurrirá con ellos.

Las comisarías dejarán de existir como tales y se “refuncionalizarán” como oficinas de la Policía de Investigaciones (PDI), de Policía Comunitaria o de Centro Territorial de Denuncias, entre otros. Menos claro es cómo será la transición entre la inauguración de la primera “estación policial” (en la zona Sudoeste, la obra demorará un año) hasta la conversión definitiva de toda la ciudad. Convivirán durante un tiempo, dos años en el mejor de los casos, el modelo de una central unificada en un distrito con varias comisarías activas en otro.

Seguramente será el Ojo el escenario para analizar los conflictos operativos que puedan surgir y, llegado el caso, repensar esa situación.