La lluvia que no para desde el domingo provocó anegamientos en distintas calles de la Rosario, pero en una parte del barrio Empalme Graneros, lo que generó fue una verdadera pileta. Aunque en eso tuvo que ver también la mano del hombre. Hace un tiempo se construyó un paredón alrededor de un templo evangélico que impide que el agua drene.

“Es horrible vivir en un lugar así”, se quejó una vecina de Ñandubay y Juan B. Justo, en contacto con el periodista Daniel Amoroso de El Tres. No hay calles, sólo agua.

Según contó Lautaro, otro vecino, hace un tiempo se levantó un paredón que da a avenida Provincias Unidas, del otro lado hay un templo evangélico; y ese muro impide que el agua se escurra.

“Hablé con el dueño y dice que no es su culpa, pero desde que hicieron el paredón el agua queda estancada acá. No tiene salida, no tiene cómo irse”, llamó la atención.