Sentirse cansado, con dolor de cabeza, falta de apetito o mal humor son sólo algunas de las consecuencias que vive un adolescente que no duerme las ocho horas que le corresponden, según un estudio que fue publicado recientemente en la revista científica Sleep.

"Los efectos de la falta de sueño crónica incluyen problemas en el aprendizaje escolar, ansiedad, depresión y malas relaciones con sus familias. Puede que ellos no se den cuenta, pero sus problemas de sueño pueden incluso llevarlos a desertar del colegio", explica a "El Mercurio" Michael Gradisar, experto de la Escuela de Psicología de la Universidad Finders, Australia, y uno de los investigadores a cargo del estudio que analizó a 81 jóvenes de entre 15 y 17 años.

A los alumnos se los separó en dos grupos. Uno recibió cuatro sesiones de 50 minutos en donde, además de explicarles la importancia de hacer deporte y llevar una dieta sana, se les educó en el buen dormir. Entre los temas que analizaron estuvieron las consecuencias de dormir poco, cómo lograr una buena higiene del sueño, entre otros. Al otro grupo, en cambio, no se le dictó ningún curso especial.

Según se vio luego de seis semanas de finalizado el taller, "el método ayudó a los adolescentes a adoptar una rutina para el sueño en poco tiempo".

"Los programas de sueño escolares son un modelo prometedor de intervención para mejorar los hábitos de sueño en los adolescentes", agregaron los investigadores en las conclusiones del estudio.

Dentro de las recomendaciones, Gradisar piensa que una de las más importantes es enseñarles a los adolescentes a regular sus horarios de despertar. "Tener un horario consistente y regular para levantarse, y, si es posible, acompañarlo de una exposición a la luz de la mañana es clave. No significa que el joven tenga que mirar el sol u otra fuente de luz directamente. Basta con salir al exterior, o al menos, prender la luz en la casa. Esto no sólo los ayuda con su reloj biológico, implica que les dé sueño a la misma hora todas las noches".

De esta forma, los horarios de despertar durante los fines de semana no son tan distintos. Algo muy relevante ya que, según el estudio, el 35% de los jóvenes no planifica la hora en que se levanta el fin de semana.

Además, el 60% admitió no poder dormirse hasta 30 minutos o más luego de acostarse. Por eso en el taller también se dio énfasis en enseñarles a evitar la cafeína, el ejercicio, los juegos de video e internet antes de ir a la cama, ya que son actividades que los estimulan y no les permiten conciliar el sueño con facilidad.

"En los cursos también les enseñamos técnicas que van en la línea de la terapia cognitiva, donde les explicamos cómo identificar cuando algo los está preocupando, y a enfocarse en ideas menos estresantes para que les sea más sencillo conciliar el sueño", agrega Gradisar.

Fuente: El Mercurio - Chile