"Escribir puede ser una liberación: una forma de exorcizar nuestros temores, miedos y culpas de enfrentar esos monstruos que se instalan en nuestro interior y nos hacen daño. La escritura se convierte en un especie de catarsis que nos limpia y nos libera", sostiene Nina Torres Vidal, profesora de Lengua y Literatura.

Frente a los grandes aportes que brinda a todas las personas esta actividad, James Pennebaker, profesor de psicología en la Universidad de Texas en Austin, se ha dedicado a investigar el campo de la escritura terapéutica y es uno de los pioneros en el área.

Pennebaker utiliza principalmente una técnica muy simple. Le solicita a la gente que durante cuatro días consecutivos dedique de 15 a 20 minutos a escribir sobre alguna situación en sus vidas. Finalizada la experiencia, muchos sienten los beneficios, que van desde una mejoría en las condiciones de salud hasta un mejor desempeño académico.

"Los golpes emocionales tocan cada parte de nuestras vidas. No es simplemente perder un trabajo o divorciarse. Estas experiencias afectan todos los aspectos de quienes somos: nuestra situación financiera, nuestras relaciones con los demás, la visión sobre nosotros mismos. Escribir ayuda a enfocar y organizar las experiencias", afirma el psicólogo.

La escritura es un mecanismo “que refleja el alma y el espíritu, revela mucho de nosotros, y de lo que ronda en nuestro interior, por tanto, la experiencia de hacerlo para muchos sujetos puede resultar intimidante e incluso una actividad ajena”.

También puede generar temor, ya que varios estudios como el de Pennebaker advierten que, a corto plazo, es común sentirse triste luego de escribir. Pero ese efecto debe ser pasajero y similar a haber visto una película triste.

Asimismo, otras investigaciones señalan que esto se debe a que los individuos, desde niños, no se sienten vinculados con la escritura. En las escuelas existe un acercamiento obligatorio e incluso punitivo a leer y escribir (dos destrezas que van de la mano) de tal manera que se convierten desde temprano en tareas evadidas y poco practicadas, según afirma Gizelle Borrero, editora y escritora.

Lo cierto es que el convertir el acto de escribir en una actividad cotidiana, puede provocar momentos de inspiración, de relajación, de placer e incluso de meditación.

Lo recomendable es que uno mismo derribe las barreras y los preconceptos que existen en cuanto a esta actividad que, según varios terapistas, "cambia la vida".

Fuente: Universia