Quizás Moschino no sea una de las marcas que las seguidoras de tendencias más persiguen en nuestra ciudad, sin embargo, es una de las más originales y desenfadadas, que supo sorprender y desafiar al mundo de la moda.

Su fundador, Franco Moschino, nació en un pueblo cerca de Milán en 1959. A los 17 años se trasladó a la gran ciudad a estudiar Bellas Artes, y su capacidad para el dibujo lo llevó rápidamente a trabajar como ilustrador en diferentes revistas.

En 1971, Gianni Versace lo contrató para que dibujara sus creaciones. Al mismo tiempo, iba adquiriendo experiencia al desempeñarse también como diseñador de la marca Cadette, y en firmas como Blumarine y Maska. Sus años de lápices, trazos y diseño le permitieron descubrir el interés que despertaba todo lo relacionado con la moda, y percatarse de que la creación de un modelo también era una expresión artística. Decidió dejar de poner su genio al servicio de marcas ajenas en 1983 cuando lanzó su propia línea de indumentaria. Tres años después
presentó su colección masculina, y al año siguiente su primer perfume. Sus fragancias son desde ese momento un éxito ininterrumpido.

Dedicada a un público más joven lanzó Cheap & Chic. Pero fueron sus jeans los que se convirtieron en un suceso haciendo correr su nombre de boca en boca. En 1989 inauguró su primera tienda en Milán, y un año después recibió el premio Aguja de Oro, que acompañó abriendo un nuevo local.

Ese mismo año su campaña Stop the fashion system, ( Paren el sistema de la moda), advertía sobre los peligros de convertirse en una fashion victim, o víctima de la moda. Moschino presentó su primera colección ecológica, Ecoture, en 1994, convirtiéndose en un pionero en una tendencia que hoy es seguida por muchos de los grandes diseñadores.

Lo suyo fue un éxito fulgurante para una vida que terminó demasiado pronto, murió en 1994, dejando al frente de su empresa a su colaboradora, Rosella Jardini, encargada de llevar adelante el espíritu altruista, Franco dedicó parte de su vida a las causas pacifistas y ecológicas, e irreverente del creador de la marca.

En sus propuestas se percibe un homenaje al desenfado que se vivía en los años 60, pero que al mismo tiempo estaba teñido por un aire inocente y romántico.