Todo nicho tiene sus códigos, y junto con ellos nacen los pícaros guiños para referirse esos detalles que diferencian la vida de los que son parte del grupo de pertenencia. Pasa con los judíos, y ese humor referencial a sus costumbres y perpetuo sufrimiento, pasa con los ingleses, pasa con el humor gauchesco de Landrisina, pasaba con Seinfeld y sus observaciones a los detalles de la cotidiana vida urbana. En algunos casos el nicho es tan grande que se convierte en humor popular, pero con el surgimiento de la informática surgió el Humor Hacker, chistes que hacián ingenieros y programadores, tan encriptados que sólo ellos podían entenderlos.
La red de redes hoy ya está saturada de chistes como este. Se venden remeras con ilustraciones, tazas para café, calcos, todos con el mismo sentido: de la ironía sectaria.
(programador: organismo que transforma cafeína en software)
A la par del humor hacker nace el “humor geek”, que practican los fanáticos de la tecnología y la ciencia ficción. Y por increíble que suene, los más impopulares así encontraron otro recurso para encerrarse aún más en universos que solo ellos comprenden, ya es una cultura con todos las letras: tiene su propio humor.
Hoy es posible ver Stand up de humor geek, gracias a al grupo “Geek comedy tour
No sólo se puede acceder a estos contenidos a través de Internet, o asistiendo a convenciones de comics, dos por tres se infiltra en la televisión abierta… bah, abierta para USA y Gran Bretaña. En Saturday Night se han visto varios sketchs dedicados al tema, y
Un sketch de Saturday Night Live en el que los técnicos maltratan a los oficinistas.
Una vertiente más popular es el humor de cubículos, o humor de oficina. Este llegó al tope del éxito cuando Tom Adams comenzó a publicar la tira de “Dilbert”, protagonizada por un frustrado ingeniero que trabaja en una oficina rodeado de incompetentes.


En televisión también hubo varios intentos fructíferos de mostrar con gracia la vida en las oficinas, Sitcoms como Spin City (con Michael Fox como protagista), News Radio, y más acá en el tiempo la arroyadora The Office (originalmente inglesa con una versión norteamericana protaginizada por Steve Carell). En cine se estrenó en 1999 Office Space (en español fue traducida como Enredos de Oficina), que si bien no fue muy taquillera ya está camino a transformarse en película de culto para ciertos grupos. En ella unos programadores deciden desquitarse de la empresa en la que trabajan creando un agujero en el sistema, para quedarse con unos "vueltos". La escena más recordada es una en la que los protagonistas se roban la fotocopiadora de la oficina y la llevan a un descampado para molerla a golpes.
Bueno, ya perdieron cerca de 20 minutos de productivo trabajo en la oficina leyendo esta estúpida nota. Vuelvan a abrir alguna aplicación del Office y muevan el mouse para simular un poco.