En base a la mutación que afecta al 20 por ciento de los asiáticos, investigadores de la Universidad de Chile, crearon un tratamiento inyectable que origina la aversión al alcohol. Se probaría en humanos en 2012. En ratones demostró la reducción en más de la mitad el consumo.

Los resultados de estos estudios se acaban de presentar en el Congreso de la Sociedad Internacional para la Investigación Biomédica en Alcoholismo, realizada la semana pasada en París.

Esta mutación que afecta a muchos asiáticos produce intolerancia al alcohol etílico que se expresa en la aceleración del pulso, enrojecimiento del rostro,  náuseas y vómitos, y sienten su cabeza estallar. Lo que para ellos puede ser un infortunio, podría convertirse en una invaluable ayuda para muchos.

Estos desórdenes se deben a que no tienen un gen encargado de producir la enzima aldehído deshidrogenasa, encargada de metabolizar el alcohol en el organismo. Sin la enzima, los derivados del alcohol se acumulan en el organismo generando la fuerte reacción de rechazo.

"Las personas que no tienen el gen están protegidas en un 66 a 100% del alcoholismo", destaca el doctor Yedy Israel, académico de las facultades de Ciencias Químicas y Farmacéuticas y de Medicina de la U. de Chile. La cifra suena atractiva, considerando los estragos sociales y de salud que generan el abuso y dependencia del alcohol.

Inspirados por la limitación de los asiáticos, el equipo, encabezado por el doctor Israel, desarrolló una terapia génica que han probado con éxito en ratas de laboratorio dependientes del alcohol.

Empleando un virus inactivado como medio de transporte o vector, "les inyectamos una molécula que evita que se exprese bien el gen que produce aldehído deshidrogenasa. Es decir, hicimos que estas ratitas bebedoras tuvieran esta característica común a los orientales que carecen del gen", dice el investigador.

Tras una suerte de happy hour donde pudieron beber alcohol libremente, las ratas sufrieron los desagradables efectos de una intoxicación. Como consecuencia, redujeron entre 50 y 60% su consumo habitual de alcohol. "Bajar el consumo a este nivel sería de gran ayuda como complemento a otras terapias, especialmente las psicológicas", dice el experto.

A diferencia de las terapias actuales que se administran por vía oral o como un pellet subcutáneo, esta terapia génica requeriría una inyección mensual, lo que dificultaría al paciente evadir su uso.

¿Puede funcionar en humanos esta terapia? Eso es lo que este año comenzó a investigar el equipo encabezado por el doctor Juan Asenjo, director del Centro de Ingeniería Bioquímica y Biotecnología de la U. de Chile. Gracias a un proyecto Fondef, desde enero pasado están trabajando en la búsqueda del virus más eficiente para administrar la terapia génica a humanos.

"Luego vamos a hacer la producción a mayor escala en una planta piloto en Brasil, y en 2012 estaríamos en condiciones de comenzar a probar la terapia en alrededor de 30 personas", afirma Asenjo.

Si todo va bien, Chile podría entregar al mundo un tratamiento efectivo para uno de los trastornos más difíciles de erradicar. Una buena razón para brindar... con moderación.

El equipo del doctor Israel trabaja en una nueva línea de terapia génica que en vez de causar manifestaciones de rechazo al beber, eliminaría el efecto placentero que causa el acetaldehído, un compuesto que se genera al metabolizar el alcohol.

"A ratas bebedoras las tratamos con una inyección para prevenir que el cerebro formara esta molécula en el área donde se cree que activa los centros del placer. Tras la inyección, los animales -que consumían el equivalente a una botella de whisky al día- redujeron su consumo a entre 80 y 90% menos de lo usual", dice el doctor Israel.

En este caso, los genes de la terapia quedan en el genoma, por lo que una sola inyección duraría de por vida, agrega.

Fuente: El Mercurio