Un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y del Conicet diseñó una trampa para atraer, infectar y matar vinchucas, insecto vector del mal de Chagas-Mazza, la enfermedad parasitaria más importante en Latinoamérica. Se trata de un desarrollo inédito en el país creado en base a hongos, enemigos naturales de los insectos.

La trampa para vinchucas que se llevó a cabo en la UNLP puede ser colocada en las viviendas infestadas sin ningún riesgo para la población, y funciona como sustituto o complemento de técnicas tradicionales que se usan para combatirla, como el rociado domiciliario con insecticidas químicos.
Los investigadores trabajaron con insectos resistentes a estos productos. Es por eso que las trampas fueron elaboradas con hongos entomopatógenos, es decir que tienen capacidad bioinsecticida, combinados con atractantes específicos para las vinchucas. Estos hongos son microorganismos capaces de parasitar a diferentes tipos de insectos y ácaros y se encuentran en hábitats naturales, terrestres o acuáticos. Logró demostrarse que el hongo es realmente efectivo a la hora de controlar las poblaciones de vinchucas, ya que las infecta y las mata.

Las trampas de atracción - infección tienen otras ventajas comparativas: bajo costo de producción y de aplicación; la colocación no requiere personal especializado, ni indumentaria especial (sólo guantes) y tampoco es necesario desocupar las viviendas a tratar.

El producto está en proceso de patentamiento en el Instituto Nacional de la Propiedad Intelectual y superó todas las fases de prueba en laboratorio. La doctora Patricia Juárez, investigadora a cargo del proyecto, destacó que “la trampa fue probada con éxito en ensayos de campo en colaboración con la Coordinación de Gestión Epidemiológica de la provincia de Salta”.

Donde se colocaron los “atrapavinchucas” se logró más de un 50% de mortalidad de los insectos detectados en viviendas rurales de la frontera argentino-boliviana, con elevados índices de infestación con vinchucas resistentes a insecticidas químicos piretroides.


Las trampas se colocan de 4 a 6 en cada una de las viviendas, en los techos, pisos, y otros lugares de los ranchos. El insecto ingresa a la trampa atraído por los atractantes. Allí, la vinchuca está en contacto con el bioinsecticida y regresa al nido infectada con el hongo. El insecto infectado puede contagiar a otros por contacto, potenciando así el efecto letal.

Juárez contó que la trampa para insectos hematófagos -que chupan sangre y son frecuentemente vectores de enfermedades infecciosas- tiene su origen luego de décadas de investigación. Y agregó: “El Mal de Chagas es una grave enfermedad, que puede ser mortal. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que afecta a entre 16 y 18 millones de personas, y que cerca del 25% de la población de Latinoamérica se encontraría en situación de riesgo de contraer la enfermedad. En la Argentina se calcula que hay 2 millones de infectados y que mueren 10 personas por semana”.

Las experimentaciones científicas de los expertos del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de La Plata, Inibiolp, lograron determinar que la cubierta exterior -cutícula- de las vinchucas resistentes a insecticidas tradicionales o piretroides es significativamente más gruesa que la de insectos susceptibles a estos químicos. La barrera cuticular aumentada es uno de los mecanismos de resistencia desarrollado por estos insectos.

Los científicos evaluaron en laboratorio y en pruebas de campo la capacidad bioinsecticida del hongo Beauveria bassiana contra el insecto y lograron aumentar la virulencia del hongo al favorecer la penetración a través de la cutícula, tanto de insectos susceptibles como de los resistentes a piretroides. Con estas pruebas los expertos diseñaron la trampa de atracción - infección con atractantes específicos para vinchucas, combinados con una formulación de éste hongo.

La directora de la investigación concluyó que “este método sería una alternativa efectiva para la eliminación de los vectores de la enfermedad de Chagas resistentes a insecticidas químicos. Es, además, ecológicamente aceptable, de bajo costo y fácil manipulación, con un alto potencial de transferencia para su aplicación inmediata en programas de control. Para su implementación, se requiere previamente contar con la aprobación de la autoridad sanitaria correspondiente, para lo que es imprescindible que el ministerio de Salud de la Nación verifique la eficacia y bioseguridad del producto y su utilización”. Dada la población afectada y las características socioeconómicas de esas regiones, sólo la intervención activa de la autoridad sanitaria podría definir la utilización masiva de este “vinchuquicida”.

El desarrollo del proyecto fue realizado por investigadores pertenecientes al Inibiolp, que funciona en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP, bajo la dirección de la doctora Patricia Juárez y con la colaboración de los investigadores Nicolás Pedrini, Sergio Mijailovsky y Juan Girotti. El proyecto contó con la colaboración de los profesionales Raúl Stariolo, de la Coordinación Nacional de Control de Vectores, Santa María de Punilla, Córdoba; Rubén Cardozo, del Instituto de Patología Experimental de la Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Nacional de Salta y Alberto Gentile, de la Coordinación de Gestión Epidemiológica del ministerio de Salud Pública, Salta.

Fuente: Universidad Nacional de La Plata