La dieta es uno de los factores de riesgo modificables más importantes en los pacientes con antecedentes familiares de diabetes mellitus tipo 2. Clásicamente, se enfatizó sobre el consumo de fibras e hidratos de carbono, pero poco se conoce acerca de la relación del consumo de frutas y vegetales y esta enfermedad. En un metaanálisis reciente se observó que las intervenciones para modificar el estilo de vida tienen un gran impacto en la prevención de DBT-2. Dentro de estas modificaciones se encuentra la dieta con abundantes frutas y verduras.
Se estima que la prevalencia de DBT-2 en la población general es del 6,4%, con un aumento significativo en la tasa de diagnóstico durante las últimas décadas. La DBT-2 habitualmente provoca o coexiste con la patología cardiovascular, de la cual es un factor de riesgo ampliamente reconocido. Por otro lado, el consumo de frutas y vegetales se asocia a menor riesgo de enfermedad cardiovascular y cáncer.
El mecanismo exacto por el cual las frutas y las verduras reducirían el riesgo de DBT-2 no es claro, pero se cree que aportarían una dosis de fitoquímicos y sustancias antioxidantes que impedirían la formación de radicales libres, comunes en las enfermedades crónicas de inicio subclínico.
También se halló que cantidades mayores de vitamina c y carotenos se asocian a una disminución de los valores de los marcadores inflamatorios.
La estrategia de búsqueda incluyó las siguientes variables: DBT tipo 2, prediabetes, intolerancia oral de la glucosa, frutas, vegetales, cítricos, seguimiento y estudio prospectivo.
Se incluyeron estudios prospectivos con mediciones del consumo de frutas, vegetales o frutas y vegetales y la incidencia de DBT-2. Se estandarizaron las mediciones en porciones de frutas o vegetales por día (106 gr/día) y se calculó el cociente de riesgo (CR, en inglés hazard ratio), para desarrollar DBT tipo 2 entre quienes tenían ingestas mayores y menores.
Se incluyeron seis estudios con un total de 223.512 pacientes, de los cuales solo dos incluyeron hombres. El rango de edad fue de 30 a 74 años y la media de seguimiento fue de 13,4 años (rango de 4,6 a 23 años).
El consumo de frutas, vegetales o frutas y vegetales se asoció inversamente a la incidencia de DBT-2, aunque esta relación no fue significativa. A su vez, en cantidades mayores la relación era más evidente.
Quienes consumían 1,15 porciones al día (consumo más alto registrado) de vegetales de hojas verdes comparados con quienes consumían 0,2 porciones (consumo menor más bajo) obtuvieron una reducción del 14% en el riesgo de DBT-2 (CR 0,86; IC 95% 0,77 – 0,96; p=0,01).
El análisis de la sensibilidad del consumo de frutas y verduras para la prevención de DBT-2 no mostró una interacción significativa entre ambos factores. Esto probablemente se deba a que los pacientes incluidos en los distintos estudios eran heterogéneos.
Los autores concluyen que es recomendable el consumo de vegetales de hojas verdes, ya que se asociarían a una reducción en el riesgo de DBT-2. Estos hallazgos favorecen la evidencia del gran impacto que las modificaciones de los hábitos aportan a la prevención de la DBT-2. Sin embargo, se necesitan nuevos estudios que evalúen el valor del consumo de vegetales de hojas verdes en la prevención de esta enfermedad.
Fuente: Medicina Geriátrica
Se estima que la prevalencia de DBT-2 en la población general es del 6,4%, con un aumento significativo en la tasa de diagnóstico durante las últimas décadas. La DBT-2 habitualmente provoca o coexiste con la patología cardiovascular, de la cual es un factor de riesgo ampliamente reconocido. Por otro lado, el consumo de frutas y vegetales se asocia a menor riesgo de enfermedad cardiovascular y cáncer.
El mecanismo exacto por el cual las frutas y las verduras reducirían el riesgo de DBT-2 no es claro, pero se cree que aportarían una dosis de fitoquímicos y sustancias antioxidantes que impedirían la formación de radicales libres, comunes en las enfermedades crónicas de inicio subclínico.
También se halló que cantidades mayores de vitamina c y carotenos se asocian a una disminución de los valores de los marcadores inflamatorios.
La estrategia de búsqueda incluyó las siguientes variables: DBT tipo 2, prediabetes, intolerancia oral de la glucosa, frutas, vegetales, cítricos, seguimiento y estudio prospectivo.
Se incluyeron estudios prospectivos con mediciones del consumo de frutas, vegetales o frutas y vegetales y la incidencia de DBT-2. Se estandarizaron las mediciones en porciones de frutas o vegetales por día (106 gr/día) y se calculó el cociente de riesgo (CR, en inglés hazard ratio), para desarrollar DBT tipo 2 entre quienes tenían ingestas mayores y menores.
Se incluyeron seis estudios con un total de 223.512 pacientes, de los cuales solo dos incluyeron hombres. El rango de edad fue de 30 a 74 años y la media de seguimiento fue de 13,4 años (rango de 4,6 a 23 años).
El consumo de frutas, vegetales o frutas y vegetales se asoció inversamente a la incidencia de DBT-2, aunque esta relación no fue significativa. A su vez, en cantidades mayores la relación era más evidente.
Quienes consumían 1,15 porciones al día (consumo más alto registrado) de vegetales de hojas verdes comparados con quienes consumían 0,2 porciones (consumo menor más bajo) obtuvieron una reducción del 14% en el riesgo de DBT-2 (CR 0,86; IC 95% 0,77 – 0,96; p=0,01).
El análisis de la sensibilidad del consumo de frutas y verduras para la prevención de DBT-2 no mostró una interacción significativa entre ambos factores. Esto probablemente se deba a que los pacientes incluidos en los distintos estudios eran heterogéneos.
Los autores concluyen que es recomendable el consumo de vegetales de hojas verdes, ya que se asociarían a una reducción en el riesgo de DBT-2. Estos hallazgos favorecen la evidencia del gran impacto que las modificaciones de los hábitos aportan a la prevención de la DBT-2. Sin embargo, se necesitan nuevos estudios que evalúen el valor del consumo de vegetales de hojas verdes en la prevención de esta enfermedad.
Fuente: Medicina Geriátrica


